Pues eso, que aqui servidora, haciendo gala de un inapelable razonamiento -fruto del conocimiento de sus derechos-, rechazó elegantemente la pócima que considera desagradable potencialmente peligrosa para su bebé y para si misma*.
Ante la estupefacción de la matrona y gine - más la gine- tras proponerle una prueba post-pandrial -ella, literalmente preguntó: "¿qué coño es eso?"-, decidí bajar un peldañito más y proponerles - sí, sí, proponerles...el mundo al revés- el control en casa con glucómetro. Y, tras asustarme con sacarme sangre a diario e indicarme que debía hacerlo TODOS los días en TODAS las comidas, durante dos semanas obtuve su venia.
Vítores clamaban en mi mente a la salida de aquella consulta.
En la eco morfológica, volví a toparme con la gine. Como si el espíritu navideño hubiese poseído su cuerpo, se deshizo en amabilidad y dulzura. Incluso, se permitió el lujo de demostrarme que me recordaba: "¿Ya tenías que empezar con las mediciones de glucosa, verdad?"
Ayer comenzaron las consecuencias de mi decisión... 65 euros entre glucómetro, tiras reactivas y lancetas.
Eso sí da más miedo que la sangre.
Ahora me tocará volverme a quedar embarazada para intentar conseguir que el material alternativo a esa prueba también sea suministrado por la seguridad social - sin ser diabético ni nada-...
CLC
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