Nació ya sabiendo ser hermana. Igual que mamar. Preparada
para compartirme y descarada para hacerme saber cuándo me necesita sin
compartir.
Ha decidido volver a mamar, de forma simbólica. De vez en
cuando hacemos un tándem más psicológico que literal.Pero que nos une a los
tres.
Ella ha sido mi cómplice. Me anima a buscar –y me enseña a
encontrar- huecos para nosotras. Sólo nosotras.
No se lo pongo fácil. Son dos, muy pequeños y yo, muy sola.
A veces, muy cansada. Pero ella, aunque cueste creer, ha sido mi muleta. La que
me saca de situaciones críticas, la que tiene la palabra o el gesto adecuado.
A veces siento que
tiene demasiada carga, demasiada responsabilidad. No me gustaría ser yo la que
se la imponga, quiero creer que ella la asume, que a ella le nace. Espero que
así sea. La quiero niña de cuatro años, pero a veces la veo compañera de
crianza.
Es capaz de enfrentarse a todo el parque en defensa de su
hermano: es pequeño, no puede entender ciertas cosas, no sabe hablar, hay que tener un poco de
paciencia,… Es entrañable hasta la lágrima.
Es capaz de recordarme cómo un día relativicé con ella. Cómo
no le importa que su hermano arrugue o destroce su dibujo si con ello está
tranquilo y contento en el coche porque lo importante es que esté bien.
Es capaz de bañarse dos veces si su hermano la reclama.
Es capaz de entender que a veces no puedo. Y, sobre todo,
hace lo posible para que pueda.
Es capaz de hacerme babear cuando se refiere a él con un amor y
ternura diferente a todo lo demás.
De esperar(me)
De esperar(me)
Es tan inteligente que sabe cómo evitar conflictos y
solucionarlos en cuanto se presentan. Me encanta su frase: un momento mamá, yo
tengo la solución, haré que quiera bajar del
mueble/mesa/bidé/baranda (esto es
otro tema ¡qué tema!)…
Pero también tiene cuatro años, con los intereses y madurez que ello conlleva. Y aún lucha por gestionar sus
emociones. Emociones que cada día expresa
mejor.
Es muy fácil atajar un problema si tu propia hija te dice
que no sabe por qué pero hoy no quiere jugar con Manuel. O que no sabe qué
hacer para que Manuel deje de gritar. O te pide ayuda para conseguir algo que
tiene su hermano y que no quiere cambiarlo por nada. Es muy fácil cuando no hay
gritos ni choques. Y sorprende cuando en un minuto ha ideado un plan.
La hermana que nació, me enseña como hermana. Ella ha vivido
cosas que su hermano no y de una forma serena y respetuosa se lo hace ver. Y a
mí también.
CLC
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