jueves, 10 de marzo de 2011

Neumonía, te estoy vigilando

Hoy hace 6 días que mis noches son malísimas, infernales para Celia. Anoche, desesperados por el aumento desproporcionado de su temperatura, decidimos acudir al hospital.
Celia se ha estrenado con las fotos por dentro - por cierto, cuando pasé a la sala de rayos X, me miraron la barriga y me preguntaron ¿estás embarazada? ¬¬ - y con el pinchacito de análisis de sangre.

Sofocón para el cuerpo tras las dos pruebas. En la primera porque avistaron unas manchas, "no determinantes pero posibles", signos de neumonía. En la segunda, volví a sentirme mal por no saber cómo reaccionar. Se llevaron a Celia a hacerle el análisis y no me permitieron siquiera estar con ella. Jamás la había oído gritar así. Fue durísimo. Tengo que documentarme al respecto, ¿hasta qué punto no tengo derecho a entrar con mi hija menor de edad?
Nadie me preguntó qué me angustiaría más, verla o escucharla. Y nadie se preguntó si yo podría haberla sujetado minimizando, en cierta medida, su resistencia.

Tras esto, me confirmaron que Celia estaba bien, con infección, pero sin signos de neumonía. Además me comentaron lo bien que estaba funcionando su sistema inmune -punto para la teta!- puesto que los valores de su analítica eran satisfactorios.

Mi rubia cada día me impresiona más. ¿Cómo se puede seguir sonriendo pese a los cuarenta grados y medio? ¿cómo puede reir ante una burla si está tiritando de frío?
Y yo no sabía que esto me pudiera hacer sentir tan orgullosa. Siempre he pensado que el estar orgulloso de los hijos era cuando ayudaban en casa, tenían buenos resultados en el cole, provechosas carreras y profesiones.
Pero una vez más, Celia consigue descolocarme, consigue que siga aprendiendo de ella.

Hoy he aprendido otra cosa.

Siempre me ha llamado la capacidad de Celia para "decir" lo que no le gusta. Y es vehemente en ello.
Hace un ratito le he dado el ibuprofeno, he sacado todo mi arsenal: agarro un brazo con mi mano, el otro lo pongo debajo, entre su cuerpo y el mío apretándome a ella. Las piernas las bloqueo con el mismo brazo con el que le doy la jeringuilla.
De repente, me encuentro haciendo fuerza sin encontrar resistencia alguna. Incluso, tenía la boca abierta - sin tener que introducir la puntita de la jeringa, claro-. Al momento pensé, vaya, ¿se está haciendo mayor?. Después recordé los "adiestrados" de Estivill: "no me sirve de nada, para qué me quejo" ¡¡Ufff!! ¡lagarto lagarto!
Y puede ser ésta, una forma de que mi salvajilla se amanse. Como lo hacen los adiestrados. Puede que así sea como comenzamos todos a no preguntar al menos ¿por qué no lo puedo hacer?

Así es que tengo otro objetivo, cómo criar a mi hija con sus límites pero con la conciencia de su libertad de expresión y pensamiento. Cómo hacerlo si yo no recuerdo el momento en que perdí esa facultad, porque tengo claro que la perdí al no haber dado la talla en situaciones que la requerían.

Celia se quejará siempre que lo considere oportuno, Celia preguntará si puede ir con mi nieta y esperará una razón convincente, revelándose en caso negativo.

Celia, me mandará al carajo por quererle inculcar aquellas cosas que yo misma no tengo. Y será libre de hacerlo. Y yo trataré de respetarlo - para lo cual, me guardaré esta página en favoritos para releerme-


CLC

1 comentario:

  1. Cómo enseñan estos pequeñajos, eh?? Yo sólo sé que estás siendo una madre ejemplar en todos los sentidos. Celia será una niña y una mujer estupenda. De eso estoy segura. Ahora sólo espero que se mejore prontito. Un besazo para las 2!
    Pd: lo de si estás embarazada lo preguntan por protocolo, que ya nos vamos conociendo, so boba! ;-)

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