jueves, 5 de diciembre de 2013

Un año, un mes, un día.




Voló la pequeña junto a la mediana.Y el mismo camino de vuelta con los brazos vacíos.

Las palabras se me agotaron antes de salir. La negrura sólo tiene el tiempo como disolvente.

Y ahora, todo el mundo tiene las respuestas menos ella. Todo el mundo da por supuesto aquello que aún no ha imaginado. Llevaba más tiempo con ella del que ahora lleva sin ella. Y nadie lo ha pensado.

Su presente no debe mirar el futuro. Debe ser caminado para que las respuestas vengan cuando las preguntas sean formuladas por ella misma.
Porque la vida solo la vive el que la tiene. El que la quiera, que se compre otra.

Ahora toca abrazar esos brazos vacíos. Acompañar esas lágrimas. Respetar el silencio.

Y pedirle a esas estrellas que iluminen el camino. Que cuiden de ella.


Uno + uno+ uno,  son tres. Siempre serán tres, puede que alguno más, pero ninguno menos.

lunes, 22 de julio de 2013

Un adiós como bienvenida


Hace un año y quince días perdía mi segundo embarazo. Mi regalo de aniversario se esfumó antes de terminar el festejo por la noticia.   
   
Mi bebé precioso decidió que no era su momento, pero aún así recuerdo que no había consuelo. La negrura de su marcha tiñó mi alma de sangre.

Le lloré tanto. No quería ningún nuevo embarazo. Quería ese bebé que luchaba contra mis ganas.

Y ese bebé , tan pequeñito, tan sabio, me regaló a Manuel. Su marcha permitió que yo esté ahora porteando a este dulce angelito que llena mis días de amor y serenidad.        

O quizás su alma nunca se fue y quiso demostrarme, de la única forma que podía, que su llegada no la decidía yo.

Sea como fuere, la tormenta dió paso al más hermoso y soleado de los días.

Gracias pequeño Gran Maestro.

Tu madre, 

CLC

domingo, 30 de junio de 2013

Quién merece a quién.


-Si una madre es capaz de hacer eso a sus hijos es que esos hijos no merecen a esa madre.

Qué gratuito es hablar. Qué atrevida la ignorancia. Qué narcisismo el de creer saberlo todo.

Imaginen una mujer y madre que tiene que lidiar con su forma de criar ante la falta de respaldo en la familia. Día a día. Todo se cuestiona. El tiempo no es su aliado para su modo de crianza. 

Imaginen una madre tan respetuosa con el de enfrente que decide pisar sus propios principios para que los otros puedan invadirla tranquilamente.

Imaginen una mujer que decide aparcar su vida profesional para dedicarse en cuerpo y alma a una segunda oportunidad maternal. Para hacerlo a su manera.

Imaginen una madre que vive su primera oportunidad maternal como una lucha constante. Entre lo que cree ella y lo que realmente se hace.

Imaginen que esta madre llega a vivir el aumento de su familia como uno más que la dirija.

Imaginen que su propia madre le recrimina los consejos que da y que para ella no tiene.

Tiene que tragarse su filosofía acatando tratamientos médicos que supuestamente le vienen mejor. Acatando directrices de trabajo para que nadie piense mal. Acatando quejas del mantenimiento de su hogar. Porque todo le es cuestionado y todo es cedido por parte de esta mujer.

Incluso su círculo sabía de su situación y aún así le decíamos lo que tenía que hacer cómo tenía que hacer.
Sabíamos de su profunda tristeza y pospusimos cafés, conversaciones, abrazos. Pospusimos la alegría que ya le habíamos dado antes.

Y nadie tiene la culpa, y todos tenemos la culpa.
El cambio estaba en ella, pero es difícil cuando has aprendido a no defenderte. La preparación profesional, la preparación maternal y el propio instinto queda acallado ante un hecho cuestionado.
Ante un rol que se da por supuesto. Ante un modelo de vida que "debe ser el correcto".

Esa persona es tan pequeña ya, tan pequeñita, que ya cree ser el obstáculo para el buen desarrollo de sus seres más queridos. Y eso es lo que más le duele. Los suyos.

Entonces, por fin lleva al final su decisión, por ellos, sin dudar, sin dejarse pisar. Deja que todo lo que parece estar bien, esté mejor. Así lo siente y así lo hace.

Quizás seamos nosotros, los de este mundo, los que no la mereciésemos.

Ojalá, no haya más madres que no puedan más.

Hasta siempre.

CLC

jueves, 13 de junio de 2013

"TODO" es poco


Hoy hace 32 años, una joven ingresaba de parto en una clínica. Al no avanzar el asunto se le hizo una placa de Rayos X - recursos de la época-. Y ahí estaba el quid de la cuestión.

El esperado bebé no era uno. Eran dos.

Me encantaría tener esa radiografía. Mi suegra lo describe bien. Ambos mirándose, ambos sentados.

Posiblemente, una que los conoce desde hace casi 16 años, no se ponían de acuerdo en quién debía salir antes. Ambos cediendo su turno. Esas buenas maneras...

Escribiendo este último párrafo, he podido imaginar una futura sonrisa en la cara de Celia. Mis niños, cuando tengáis unos -muchos- años más, también imaginaréis a "esos dos" terriblemente adorables, y  sabréis perfectamente a qué me refiero... 

Ambos me encantaban. Su relación, su amor mutuo, su conexión. Incluso, su dependencia era entrañable. Siempre he pensado que han sido dos de una persona pues parecen totalmente complementarios.

De uno me enamoré, a lo loco, perdidamente. Y del otro... ¡también! Pero un amor diferente.
Vuestro padre es mi seguridad y serenidad. Un compañero con el que encajo perfectamente. Es mi amor.
Pero F. es un soplo de aire fresco, alegría y sal de la vida de cualquier persona. Jodidamente brillante y guapo y lo mejor es que no es mínimamente consciente de ello.

Aún recuerdo su primera separación larga por motivos laborales. Manuel parecía tan perdido, tan triste...tarde o temprano iba a pasar y debía sobreponerse, pero se me encogía el corazón cada vez que miraba a sus ojos cuando recordaba a su hermano.

La palabra tío es accidental. Padrino, en el caso de Celia, se queda corto. Lo que F. es en vuestra vida es mucho más. Es, casi padre.
Ha sido mi coartada, mi consuelo en malos momentos y mi preocupación en otros. Ha sido para mí mucho más que mi amigo, mucho más que mi cuñado. Puede que más que mi propio hermano.
¿Cómo va a ser sólo vuestro tío?
No hay coche lo suficientemente grande, o casa, o mundo para regalar a Celia. Y, ahora, a Manuel.
Horas y horas en pensar el regalo perfecto.

Inolvidable esa mirada cómplice y pura que Celia le dedica casi desde su nacimiento. Siempre ha sido uno más de nosotros Mamá, Papá y F.

Recuerdo una vez que me quedó muy grabada. Celia era pequeñita. Él me notó rara. Lo estaba. Estaba pasándolo mal. Celia no paraba de llorar de unos brazos a otros que intentaban calmarla o dormirla. Pero sabía que me anhelaba a mí... y yo a ella... 
Sólo le miré... y miré a Celia, de un modo completamente instintivo, sin intención. Y ahí entró su instinto. Un instinto que supera al de cualquier hombre que no formase parte del núcleo más íntimo de una familia...Puede que una mujer lo hubiese captado, pero un hombre con el que no haya una conexión especial, jamás.
Él me dejó ahí, en el umbral de la puerta y se fue. Y enseguida volvió con Celia - calmada en sus brazos, por cierto-.
Posiblemente él no entendía el porqué de mi malestar. Pero sólo le valió mi malestar para zanjarlo.

Cuando nació Manuel, me hizo un regalo a mí. Sólo para mí y para compartir con Celia. Un regalo que sabía que iba a necesitar y disfrutar. No era su valor, era su dedicación.

Son ejemplos que hacen una ligerísima y superficial idea de ese algo que nos une. Un "algo" fuerte, duradero y muy hermoso.

Jamás  Casi nunca he echado de menos vida de pareja -osea, de dos- cuando eramos novios. Lo mejor, esas discusiones de a tres en la cafetería. O en el instituto. O... donde se terciase.
Miles de recuerdos se agolpan en mi mente y casi todos tienen su sonrisa como fondo.

Detesto cuando no se valora a mi marido y me llevan los demonios cuando son ellos mismos los que no lo hacen.

Hoy, hace 32 años, no sólo nació vuestro padre, también nació nuestro apoyo.




Felicidades a ambos y a la madre que os parió.

CLC


viernes, 7 de junio de 2013

Made for being hugged


Hoy se ha despertado a las 5. Dos minutos después caí en la cuenta. Hacía exactamente un mes que me miró así por primera vez.

Y las nocturnas promesas de amor mientras duerme, esta noche, han aprovechado esa mirada rasgada para que sean recibidas más ampliamente. Hoy las he concluido amenazando con que suelo cumplirlas y he querido ver una sonrisa que ha llenado de lágrimas mis ojos.

Este niño es el dueño de mi serenidad. Y parece haberlo interiorizado. 
Mi tranquilo y afable dormilón, me enseña a desaprender mis técnicas para dormir, para amamantar e, incluso, para generalizar.

Ahora me toca asumir que prefiere su carro en ciertas ocasiones, o incluso los brazos de su padre.
¡Qué bien repartido está el mundo!

Pero sea como sea, sigo teniendo claro que está hecho para mis brazos. Ya sea por sus gasecitos o conato de síndrome de cuna con pinchos, ambas, suponen excusas perfectas para que ambos descansemos "unidos" por nuestra barriguita.

Felicidades mi precioso niño y gracias por hacer mi corazón un poquito más grande. 


CLC

lunes, 3 de junio de 2013

SPF


Oh! Nadie me habló de esto, pero he caído.

Me ha pillado a traición y gracias a ello voy haciendo el ridículo. Lo peor es que, gracias a ello, mi ridículo me da igual. 
O, mayoritariamente igual, porque soy capaz de verlo, de entenderlo y aún así no salir de ese estado.

Y este SPF no se conforma con hacer creer a mi psique que quepo en una 38. No, no se conforma con que la compre y exhiba mi lozanía. No se conforma con el "habla lucho que no te escucho" que le respondo a mi cuerpo cuando dice que es abarcado por completo por varias tallas más. Mi visa sólo compra cosas que me sirven: en sueños - o en el imaginario mundo del que parece no salir mi cabeza-.

Tampoco se conforma con mi permanente sonrisa, que parece que lleve un dildo a todas horas. 

Ni tampoco lo hace cuando no dejo de hablar de lo maravillosos que son mis hijos. Del rol que ha adoptado Celia o de lo bien que duermo gracias al karma de Manuel. No, aunque vea que están a otras cosas, yo sigo hablando de ello.

No tiene piedad en mi falta de vergüenza cuando he comentado con Amanda que me apetece mucho "maritar", que ya tengo sueños "de esos" y ella me retiene hasta que termine mi cuarentena.

No hay piedad. Con la que está cayendo y yo cada vez tengo más ganas de mandar al garete a mi jefe y aprovechar para hacer mis sueños realidad.

Pero lo que peor llevo es la pena por mis iguales. No me gustaría ser alguien que no sabe que es objetivo de mi condescendencia. La verdad es que no me creo más que nadie, pero sí siento que tengo más que mucha gente. Y de ahí, la pena. De las mujeres que no tienen, ni tratan de tener - summun de la pena-.
Me encuentro con que yo soy valiente, que soy firme, o incluso afortunada por haber tenido un buen parto en casa. 
Me encuentro con un yo no podría, yo no sabría... o algo peor... un parto sin "yo", un parto con un   "me". 
Y muero de la pena.

Esas mujeres de las que hablo me saturan el correo con cadenas de esas que hablan de todo lo que es capaz de hacer una mujer y/o una madre. Vale, todo ello en detrimento de lo que haría un hombre. Pero a mí me interesa la otra parte del Power Point. Esa parte que habla de lo capaces que somos. Incluso me incomodo cuando hablan de los asuntos relacionados con las tareas del hogar... yo ahí tengo mis limitaciones... 
Esas mujeres que pueden hacer varias cosas a la vez, rozando la imperfecta perfección, que tiran del carro siempre y lo hacen con amor y cariño. Que abarcan hasta lo más superfluo. 
Esas mujeres, se declaran total y completamente incapaces de dar a luz de la forma que diseñó la naturaleza para nosotros. 
Es, no sé, como si dejásemos nuestras relaciones sexuales en manos de terceros.  ¡Noooo eso no! las terceras personas rompen las parejas... las díadas... el amor... nuestro motor... nuestra fuerza.
Hay mujeres que son capaces de tener dos trabajos y una familia, pero se mueren de miedo u horror si se plantearan un parto natural. ¿Y la valiente soy yo?
¿Por qué hemos olvidado nuestra naturaleza? ¿En qué momento dejamos de asumirla? Da la sensación de que hemos sido lobotomizadas y reprogramadas con películas de terror con niños muertos y úteros que estallan.
¿A quién asusta el poder de una mujer consciente de ello?
De qué me vale tener ese poder desde mi nacimiento si no puedo -o quiero, que es peor- asomarme a verlo. 
Eso me da mucha pena porque siento que se pierden algo muy muy grande. Muy, muy, intenso que puede cambiar el rumbo de sus vidas.

Es una de las cosas que quería mostrarle a Celia con el nacimiento de su hermano: la fuerza de una mujer. Su poder. El verdadero. El primero. El de la supervivencia. Sin drogas ni oxitoccicos, sin manipulaciones.
Y cuando vives eso. Esa fuerza, hay algo que muere en ti y algo que nace.

De repente te descubres en el cristal de un escaparate -¿buscando una 38?- , siendo portadora de esa sonrisa... sonrisa de saber algo que poca gente sabe...
Y como estás tan subidita, te permites el lujo de contagiarla. Y lo logras. Y te subes más. Aumenta tu felicidad y la certeza de que ese poder existe y es bueno. Y necesita ser recordado.

El instinto se agudiza y rechaza automáticamente lo negativo. De ahí mi "ya nada me hace daño". Modo optimización de energía ON 24 h. Lo que retroalimenta la positividad y ganas de saborear mi mundo.

Pero luego miro a mi alrededor y me entristece ver las pocas mujeres con las que puedo contar para  compartirlo. En el mejor de los casos lo puedo predicar. Pero en general me encuentro así: Loca con SPF sola y sin posibilidad de medicación. 

No debiera abrirse ventanas que no se pueden cerrar después. Deberían prohibirlo. Aunque, puede que así sí sea atractivo y seamos más las mujeres con este maldito Síndrome de Parto Feliz.

La cosa se complica cuando cada mañana me encuentro con estos ojos, ¿cómo no voy a tener el pavo subido? Maldito SPF.

Es cierto que muchas mujeres confesarán haber tenido un parto feliz, pero pocas confesarán haber padecido este extraño síndrome.

CLC.


PD: Mi madre también ha sido contagiada, entre otras... 


martes, 14 de mayo de 2013

7 de mayo de 2013: Vencer al dolor




En mi cabeza retumbaba con fuerza "Now we are free" de Gladiator. Sí, de película, pero menudo broche final. Y él, apareció entre mis piernas.



** Decidir tener a mi bebé en casa era una idea que barajaba, pero que no aseguré hasta que conocí a Juanjo, en un coloquio informal en un parque. Ese día acabó con una frase que gritaba en mi mente: Parirás a tu hijo con amor.
Hoy digo que he vivido una versión enriquecida con la incorporación de Amanda.
Hacen un perfecto equilibrio entre lo espiritual y lo racional. Ambas cosas en alternancia, las he visto necesarias durante el proceso de nacimiento de mi precioso niño Manuel.**



Tras una movidita semana anterior y fin de semana de locura que ha incluido papeleos laborales, preparación de fiesta de cumpleaños, fiesta en sí, comunión con 3 horas en coche de retorno debido al fin de semana motero de Jerez, mi cabeza fantaseaba con una maravillosa semana de descanso y sobes de ombligo casi permanentes.

El lunes seis comenzó de lujo con rico café tras dejar a Celia en el cole. Ahí comenté mis planes de descanso a la camarera del lugar del que somos habituales. Continué con un fabuloso masaje en las piernas. Un lujo para una embarazada de 39 semanas. Después recogida de mi primer parte de confirmación de baja y a casita, a cotillear Fb, a tumbarme y a rascarme la barriga. Justo cuando empezaba a aburrirme, llegó la hora de recoger a Celia.

A la tarde (7:30 o así), la meto en el baño y me da un golpe de tos. A la par que la tos, noto un golpe en los bajos y un líquido que sale inevitablemente a traición.
Se me pasó por la cabeza que se me había explotado la vejiga - claro, eso tiene más sentido que romper la bolsa en un embarazo a término...-, era una sensación parecida a la que tuve en Cádiz, pero el líquido era más abundante.
En mitad de mi estupor, llegó Manuel de trabajar y le digo que creo que he roto la bolsa o la vejiga... que bañara a Celia que yo me tenía que poner algo. Sigo alucinando con lo ocurrido porque me pongo a deambular por la casa ¿ya? ¿pero si no estoy de parto? Nacerá esta noche, ya mañana quizás...vaya, no se me ocurren operaciones aritméticas con el 7, el 5 y el 13 que cuadren...
Estoy perdida de líquido, es transparente y sigo dudando si es pis...me meto en la bañera desalojada por Celia y le digo a Manuel que mire como cae por si lo viese algo amarillo. Me dice que parece agua pura.

Pero yo no me lo podía creer. Hasta que una descomposición intestinal brutal se apoderó inmediatamente de mi ser. Bien, estaba de parto.
Llamo a mi madre para que vaya viniendo a casa.

Hago consulta por whatsapp a Juanjo y hablamos después por teléfono. Le dije que no tenía ni un amago de contracción y que mi bebé se movía estupendamente, eso sí, ya se estaba ocupando mi cuerpo de dejar limpitas las "vías". Quedamos en que le llamaría cuando el asunto se animase, aunque él ya me dijo que esta noche tendríamos "fiesta". Recibo después un mensaje de que con la bolsa rota no puedo meterme en la bañera, que mejor duchas... Y me quedo un poco chof...

Tras hacer unas fotos que tenía en la cabeza para editar un vídeo del nacimiento de mi segundo hijo, decidí poner en marcha las técnicas de relajación de hipnonacimiento y/o tratar de dormir. Le dejé mi móvil a Manuel para que fuese informando a mi media naranja maternal si lo veía oportuno.
Estuve durmiendo unas horas y a eso de las 10:00 de la noche me desperté con la idea de arroz integral para coger fuerzas, ya que estaba empezando a notar "movimiento". Mi madre había llegado.

Comí algo de arroz pero enseguida el parto me llevaba a recogerme y a centrarme en él.

Me tumbé en el sofá, con música relajante y una romántica luz y me puse a respirar las contracciones. Me dormía y despertaba, totalmente serena y semi consciente. Recuerdo el frío, estaba helada, temblaba. Tuvieron que poner un calefactor. Manuel me masajeaba, me abrazaba, me besaba. Me ayudó tanto estimulando mis endorfinas...
Celia ya no estaba, estaba durmiendo. 
Mi madre se asomaba cada poco para ver cómo iba la cosa. Pero poco después, a eso de las 12, apareció un dolor en la contracción que identifiqué como de "gases", era hacia la ingle derecha. Ese maldito dolor hacía muy dolorosa la contracción y me llevaba a adoptar posición de cuatro patas - mi posición estrella en este parto- o apoyada en la pelota recostada hacia el brazo del sofá sobre unos cojines. Tenía también dolor en la espalda que fue acentuándose a medida que avanzaba el parto, pero ese no me atormentaba del mismo modo.

Juanjo y Amanda llegaron y les describo la sensación. Y Juanjo me manda al baño a "peerme" -curioso el nivel de confianza que llegas a adquirir con las matronas, en todo momento les sentí parte del proceso-, pero nada...entraba con Manuel al que me agarraba cuando venían las contracciones mientras él me acariciaba.

Esa sensación de presión/tensión era muy dolorosa y no podía librarme de ella.

Amanda me dijo que cuando quisiese "mirábamos cómo estábamos" y decidí esperar un poco. Las contracciones se hacían más y más duras y quedaba un ligero reflejo de esa tensión entre ellas. Eso sí, aún eran muy espaciadas. Supe que aún nos faltaba mucho por eso mismo, pero la intensidad de las contracciones me hacía pensar en lo contrario. Con Celia fue muy diferente. Fue rápido también, pero mucho más llevadero porque no existía esa tensión tan dolorosa, al menos, no tan al principio.

El dolor fue a más. Recuerdo a mis matronas y mi marido tratando de relajarme, masajeándome la espalda que por aquel entonces también dolía bastante. Me venía de perlas tener esas sensaciones en otros lugares de mi cuerpo para distraer la atención. 
Pero no podía estarme quieta. El cuerpo me pedía movimiento. Y cuando venía la contracción, ¡cuerpo a tierra! y a cuatro patas, moviendo la pelvis encajaba aquel dolor mientras sucedía la contracción.
Entre contracciones movía la boca, bebía (bebí mucho) y durante ellas exhalaba: aaaaaaaaaaaaaaaaaaa, pero no era como en el parto de Celia... eso no me liberaba lo suficiente... tenía que buscar otras alternativas.

Decidí que Amanda me explorase y casi me da un patatús cuando me dice que solo estoy de 3 cm. No lo podía creer... ese dolor tan intenso debía tener alguna explicación. Y la encontró.
Mi útero paría, pero mi querido ternerito estaba a otras cosas... de hecho estaba arriba, con la cabeza torcida, hacia atrás y apoyado en mi lado derecho... Ese dolor era mi cuello del útero -cuando ella lo tocaba hacia su izquierda, experimentaba ese dolor de tensión-, pienso que se modificaba hacia ese lado durante las contracciones ya que mi niño ejercía presión en un sitio que, directamente, no era... Claro, eso es, por eso noté en aquella contracción que mi pierna derecha no respondía. Empecé a "cuadrar" sensaciones con la información que tenía.

Recuerdo pensar: ¡pero es que mis dos hijos comienzan siendo indisciplinados desde su nacimiento!
Cómo me sonaban esas palabras: La niña está alta, no baja, no está colocada...
No, no podía ser, otra vez no. Pero este pensamiento ocupó un lugar espacio-temporal muy bajo en mi mente, porque lo siguiente que recuerdo es: ¡no pujes que le haces daño! y acto seguido le pregunté a Juanjo: ¿Si empujo le haré daño?
Él, con su voz, sólo con eso me dio serenidad. Me dijo: Si tu cuerpo te pide empujar, empuja. ¿Por qué le ibas a hacer daño? Tu bebé esta bien. Muy bien.

Y así, sólo con esto, olvidé las similitudes. Puede que mis hijos no pongan fáciles sus nacimientos - más adelante trataré de analizar un porqué, que seguro que lo hay-, pero su madre sabe entenderles y saldrá de esta con su hijo en perfectas condiciones. Porque ahora NO TENÍA MIEDO. No había dudas. Amanda fue clara y tuve una explicación racional. Además dijo que mi cuello estaba muy blandito por lo que en cuanto mi niño se colocase, mi dilatación volaría. No desactivé mi radar neocortical, no lo pude evitar, pero puede que también necesitase que así fuese.

Agudicé mi oído interior e hice exactamente lo que el cuerpo me pedía hacer. Posturas raras, sí, pero "my body rules". Además escuchaba las posturas aconsejadas por Juanjo y puede que alguna vez las llevase acabo y todo -otra indisciplinada-.

Y así estuve, no sé cuanto tiempo. Tratando de que el dolor no pudiese conmigo. Que no me llevase hacia su lugar. Pero fue muy difícil.
Recuerdo decirle a Amanda que si esto no paraba en breve, no creía poder soportarlo. Ella me ponía con frecuencia el "oyecorazones" y me decía que mi bebé estaba bien. Entre líneas quise entender que si íbamos al hospital sería "por expreso deseo de la madre". Y no... no había llegado hasta aquí para eso... No. Mi hijo está bien. Y yo lo estaba haciendo bien. Y si no me había caído redonda ya, no lo haría porque podemos parir a nuestros hijos.

Juanjo volvió a explorarme poco después y ya íbamos por seis, pero interpreté - radar - cierta desilusión en su expresión... Manuel seguía arriba y con la misma posición de cabeza, seguro.
Pero daba igual, sentí que todos estábamos pariendo. No estaba sola.
Juanjo iluminándome desde "lejos" -físicamente-, Amanda comprendiéndome desde cerca. Mi madre y mi marido me daban ánimos y mostraban su confianza en mí. ¿Cómo pueden confiar tanto en mí?

Unos minutos después, Amanda, como recién bajada del cielo, sacó su rebozo y ambos lo utilizaron conmigo. Me lo pusieron detrás, en la pelvis y agitaron con fuerza. Me "pillaron" en el baño, lo que no sabía es que cuando saliese de allí lo haría con mi niño en brazos.
No fue necesaria una segunda vez. Lo noté, mi niño ya "me pesaba" y volvió otra contracción y sólo quedaba el reflejo de esa tensión de la contracción anterior.
Juanjo me sugirió que subiese la pierna derecha, que apoyé en el bidé y la cosa aún mejoró más -debería haber hecho más caso a este señor, parece que sabe-. Él debió percibir que ya no me dolía delante, sólo me quejaba de los riñones y creí escucharle: "algo ha cambiado".Tras dos contracciones en esta postura y viendo cómo salía un moco sangriento de mi vagina, lo siguiente que recuerdo es el abrazo de mi madre. Manuel no estaba, creí haber oido a Celia toser... estaría con ella.
- Duele mucho mamá-
- Lo sé, si pudiera llevarme ese dolor-

Y me acordé de la última vez que me dijo eso. Tendría alrededor de 16 años, cuando me ponían penicilina mensualmente desde los 11 años porque me destrocé el bazo por una caída. Y me llené de amor.

Poco duró ese romanticismo. Lo siguiente que recuerdo es que me tiré al suelo. A cuatro patas, pero con las rodillas muy abiertas. Ya no había dolor. Una fuerza incontrolable se había apoderado de mí. Sí, algo había cambiado... estaba pasando... mi hijo se abría camino. Mi cuerpo empujaba solo y noté como descendía. Cómo se abría mi cuerpo. Y no había dolor. Sólo fuerza. Imparable fuerza. Descontrolada. Emitía sonidos más propios del "aberroncho" . No me podía mover, sólo podía meterme en mí y salir a la vez y aplaudirme porque estaba pasando. Estaba agotada pero frenética. Mi hijo venía y yo era consciente de ese camino. Lo estábamos logrando.
Recuerdo que ¿Juanjo? ¿Amanda? ¿mi madre? dijo que ya venía -¡eso ya lo sabía yo!-, pero supongo que sería para que dejase pasar a mi pobre marido que estaba con cámara en ristre y niña despierta en brazos. Ante lo cual, yo completamente obcecada, exclamé que no podía pasar porque estaba mi pie - premio a la lógica -.
Juanjo entendió que ahí yo era más "animal" que "persona" y llenó la bañera y exclamó: ¡La bañera está lista para recibir al bebé!
¡Bien! Frase correcta y fácilmente comprensible para mí. Y me cambié a la velocidad del rayo - puede incluso que me teletransportase porque no recuerdo el trayecto-, liberando la puerta.
Dije que el agua estaba muy caliente y Juanjo me dijo que estaba perfecta para Manuel. Entonces me pareció bien. Una vez dentro miré la pared. Justo hacía 2 días que mis suegros habían enmarcado el puzzle que Celia se empeñó en que nos empapásemos destrozándolo una vez hecho por 2ª vez, pues no resistió a la mudanza, La Maternidad (G. Klimt)

Pensé "allá vamos hijo mío".
Y volví a tirarme al agua. Sintiendo la presencia de todos y de más. Fue extraño, pero sentí a mucha gente ahí conmigo. Luego pude comprobarlo con el whatsapp... Y eso me dio mucha energía.

Estaba agotada pero desprendía mucha mucha energía. Creo que incluso podía generar luz... eso era... ¡estaba dando luz!

Pujé mucho, brutalmente. Percibí el escozor y supe que ahí estaba. Pero no fue inmediato. El escozor iba y venía y cuando venía lo hacía... escociendo más. Pero era agradable. Quería reír. Lo hubiese hecho si la fuerza no me hubiese "acompañado" tanto, claro... Tocaba mi vagina tímidamente y supe que no cabía... y yo no estaba muy dispuesta a esperar a que lo hiciese. Y en mi cabeza, Now we are Free...
Y de un pujo TODO mi bebé salió. Amanda lo recondujo entre mis piernas y lo vi... en el agua... con el cordón a su izquierda... con los ojos abiertos. Y lo cogí. Con casi toda su vérmix. Suave. Caliente. Mirándome. Sereno.
Observé su primera respiración, con un pequeño llanto ahogado.
Mi mundo se paró.
No lo podía creer. Era mi bebé y nadie me lo iba a quitar porque estaba segura de que todo estaba bien.
Parí y sentí que parimos todos los que estábamos ahí. Nació Manuel y sentí que todos nacíamos. Nada me puede herir ya si yo no lo permito.
Me siento grande, fuerte y capaz.
Celia nos miraba y, aunque no quiso acercarse, la noté muy presente.

Vencí al dolor: físico y emocional. Manuel ha venido pisando fuerte, "contándonos" no sólo a mí, sino también a su hermana, cosas que sabíamos que podían existir pero que no delimitábamos.

Cuando lo saqué del agua recuerdo una gran ovación. Sí, esta es mi gente, ruidosos en todas las celebraciones... me sentí tremendamente orgullosa de todos y cada uno de los que allí estaban. Manuel, padre, irradiaba una felicidad que nunca había visto. No olvidaré aquella mirada llorosa.

Ellos fueron muy importantes. No me cansaré de repetirlo, porque, aunque yo hacía lo que mi cuerpo me pedía y a mi cabeza le daba la gana, a veces me venía abajo y, ellos, con una mirada, con una caricia o con un gesto involuntario, recargaban mi energía.

Y valoro tanto esto porque un día, hace tres, años me faltó.

Porque el rebozo sustituyó a una ventosa.

Porque aunque estaba pariendo, no era ninguna niña. He comprobado que era capaz de escuchar y asimilar las explicaciones oportunas acerca del estado de mi parto.

Porque no vi a mi hijo a través de una videocámara.

Porque cuando lo vi, lo vi hermoso, tranquilo sin miedo en sus ojos. Sin bultos deformando su cabeza.

Porque fue capaz de dormirse a los 5 minutos de comprobar que su mundo había cambiado, pero todo estaba bien. No necesitó 4 horas para conciliar su primer sueño.

Porque salí de la bañera aún unida a mi hijo por el cordón, recibiendo toda SU sangre, lo que le dio un color rosado al instante.

Porque alumbré su "despensa" en mi cama. En nuestra cama. Dispuesta a descansar en el mejor lugar del mundo tras todo aquello.

Lo valoro y lo he hecho gracias a tí, mi princesa. Gracias por hacer posible este hermoso nacimiento de tu hermano. Esto ha sido por y para tí también.

Poco después del nacimiento y para quitar hierro al asunto pues se me estaban poniendo muy sentimentales todos, comenté que me había roto el culo - queda elegante elevado a infinito en el vídeo-.

Volví a activar mi radar ya que vi asentimiento y previsión de lo que podía haber ocurrido por ahí abajo en las caras de las matronas.
Y así fue. Me lo rompí. Me desgarré hasta el ano. Sorprendentemente, mi episiotomía anterior no se desgarró.

Por suerte, el esfínter quedó intacto por su cara interior, con lo que nos libramos de una visita al hospital...Y con eso y el arte con la aguja de Amanda - previa anestesia local -, añadimos una cicatriz más a mis bajos. Eso sí, infinitamente menos molesta que la episiotomía, aunque esté en un sitio más incómodo, he de confesar que esta chica también sabe lo que hace...

No he perdido el control de mi uretra. Tampoco tengo hemorroides ni fisuras ni nada de lo que me encontré en el anterior parto, al menos de momento. Parece que sin pujos dirigidos, el cuerpo se recupera mejor...

Manuel pesó 3,600 Kg, midió 49 cm y circunferencia craneal 37 cm. Apgar 10/10/10. Nació a las 5:02 am.

Después del trabajo bien hecho y dado que mis niños habían decidido desconectar esa noche, brindamos con champán.

Y nuestros cuerpos se abandonaron a morfeo una horita o así.  Cada uno encontró su hueco. Como si fuese su casa. Como si todos fuesen mi familia...

Después, desayunamos chocolate con churros. Y mis matronas, mi nueva familia, se marcharon a descansar tras comprobar que todo estaba mejor que bien.

No sé cuando se durmió Celia, la eché de menos, pero ella sabe muy bien lo que necesita, y en ese momento ella necesitaba desconectar y procesar todo lo vivido.

Al día siguiente, lo primero que hizo fue venir a mi cama. Nos besó a Manuel y a mi. Fue la primera vez que se acercó a él. En el momento más privado que había. Solos Manuel, ella y yo.  Me abrazó fuerte y se fue a desayunar.

Poco después volvió a aparecer, con sus ojos llenos de amor por su hermano pequeño. Y yo, creyendo que mi corazón no podría soportar más ese amor y felicidad desbordante. Pero no, no explotó, porque aún me quedó algo más que escuchar:

- Mamá, te quiero por lo que has hecho esta noche.


Concluyo aquí mi entrada, porque he llegado al tope de lo expresable con palabras.

Gracias a mis hijos, grandes maestros, porque sin ellos no existirían estos sentimientos. No existiría vida.


CLC








jueves, 2 de mayo de 2013

Mi comienzo



Mi comienzo cumple en estos momentos 3 años de vida. Y ambas nos sentimos mayores.

Hemos caminado y crecido tanto que sería ridículo no valorarlo. 

Este cumpleaños marca otro nuevo comienzo, un renacimiento. En breve nuestros brazos compartirán huésped. El mismo que ya comparte nuestros corazones.

Tú nacerás como hermana y yo como madre con tres años de experiencia.

Nada será igual que aquel dos de mayo. Y estoy segura de que tener a Celia a mi lado hará el camino más fácil.

Mi comienzo se ha convertido en gran parte de mi felicidad o tristeza y la necesito tanto que no concibo renacer sin ella al lado. Es tan importante para mi, para nuestro nuevo miembro, para tí...

Hasta que no seas madre no comprenderás la magnitud de lo que me has enseñado. Y necesito seguir empapándome de tí. Tu sabiduría pura no conoce límites.
Además, sigues poniéndomelo tan fácil que cuando no lo veo así es porque no me paro a escucharte y tú lo resuelves de maravilla "gritando alto". 

Y mi "escandaloso", maravilloso y gran segundo amor, crece estrepitosamente haciéndome cómplice de SU VIDA.

Y mi silencioso y maravilloso segundo plano se hincha de orgullo ante su caminar.


Sé que esta entrada es egoísta, habla principalmente de lo que has representado en mi vida. Pero es que lo que eres tú, lo que tú significas, no podría describirlo en ninguna lengua. De momento sólo sé dar las gracias por compensarme. Por hacer que cada nimiedad merezca mil veces la pena. Por descubrir el idioma del amor sin límites.

Feliz tercer año de vida, de sonrisas, de caricias, de juegos y de amor.



CLC

viernes, 19 de abril de 2013

Risa tonta



Esa risa tonta llena de amor, de deseos, de recuerdos y esperanzas.

Nada como organizar el armario de tu bebé. Nada como que herede cositas de esa persona que me enseñó y me sigue enseñando tanto.

Nada como ser mamá, nada como esperar a serlo de nuevo.

No lo cambio por nada del mundo.


CLC

viernes, 12 de abril de 2013

Ella, y sus problemas...


Hora y media después de intentar su padre que se durmiera para que pudiésemos ver una serie de más de 7 años, él claudica. Y lo intento yo.

- Mamá
- ¿Qué?
- Es que me pasa una cosa - tono dramático trágico-
- Qué te paaaaasa...
- ...
- ¡¡Qué!!
- Que... verás... que... es que... -coge aire y no lo suelta hasta que no termina de decir todo lo que me dice a continuación- no se me cierran los ojos, creo que voy a ir a buscar a papá a ver qué hace.

Ti ti chassssssss


CLC

A vueltas con el cole.


Descartada la opción de escuela libre - Alere ya no existe como el proyecto que a mí me enamoró-. Me queda buscar el mal menor.

Intento recordar qué me gustaba a mí y qué no de "mis monjas", de "mis curas"y del instituto.

De lo que me gustaba de aquella época, poco tenía que ver con ellas, o con su inmaculado patio asfaltado, o con sus jardines perfectamente simétricos y alineados. Me gustaba mi capacidad para adaptarme, para ser feliz, para no ver aquello y "ver" otras cosas. 
Con el tiempo, la cosa fue empeorando, pero mi actitud se mantenía.

Recuerdo cuando no hacía los deberes de alguna asignatura, el sentimiento de culpa y vergüenza me podía. Era tal, que me llevaba a finjir un dolor de tripa cuando era más pequeña, o a saltarme la clase cuando era mayor.
Mi indisposición era de cara al profesorado, mi madre sabía perfectamente lo que había. Jamás me obligó a ir, ni dudó de mis razones para no hacer la tarea. Pero entendía que mi sentimiento me provocaba desasosiego.

Cuando el ocio primaveral, un apasionante libro o cualquier cosa que me interesase más,  me llevaba a dejar alguna asignatura de lado siendo ya mayor, optaba por saltarme la clase - casi siempre con alguna amiga-. Y ahí es cuando tenía ese sentimiento de estar perdiendo el tiempo.

El pueblo olía tan bien por las mañanas. Ese frescor, esa quietud. Había un murmullo silencioso. Y pensaba en mis compañeros, que no estaban viviendo lo que yo. Que, posiblemente, no caerían en la cuenta de que tras esos muros, rejas, vallas, había un ordenado y maravilloso desorden. Tan callado que pasaba inadvertido.
Me dedicaba a pasear durante una hora. Sin problemas para encontrar un banco en el parque, había tantos que ya ni me apetecía sentarme. Solía sacar mi bocadillo para comérmelo paseando... era un placer superior, nada comparable con hacerlo en las escaleras que bajaban al patio.
Durante una hora pensaba libre. Actuaba libre. Salía de una cárcel no solo física.

Volvía a la siguiente materia completamente renovada y con otro chip. Ah! y cansada, ahí sí que agradecía estar sentada. No tenía la sensación de haber perdido el tiempo. Eso sí, la tarde sería para recuperar con creces aquella hora, pero con el recuerdo de en qué la había empleado.

Y reflexionaba más de lo que esperaba sobre ello. Me gustaba saltarme la norma. Ver más allá. Me gustaba, incluso, pensar que había mucha gente que jamás entendería las sensaciones que yo vivía en esa hora.

Nunca tuve problemas con los profesores por las faltas sin justificar, les valía mis excusas, fuesen las que fuesen, porque, ante todo, yo era una perfecta pieza del sistema. 

Mi libertad comenzaba al salir de ahí. Mi libertad era jugar con mis hermanos, salir a pasear con mi padre. Mi aprendizaje, mis recuerdos con color, son de aquellos muros para afuera.

Y recordando todo esto, me toca encerrar a mi hija.

Tengo claro que mis padres fueron claves en mi forma de vivir aquello. El aire libre era nuestra tónica habitual. La experimentación y dejarnos hacer fue su mejor forma de educar.

Ahora toca mantener vívidos estos recuerdos tan positivos para mi y mejorar aquello que puede mejorarse. Y toca, convencer al otro 50% restante, pieza perfecta del sistema, solo que con todos los deberes al día, de que tome conciencia de la importancia de ese "espacio" al margen de normas y roles. De esa salida a tomar aire. De que "no encajar" no solo no es malo, sino que es muy positivo.

Y de que lo más importante de todo, es ser feliz.


CLC




lunes, 8 de abril de 2013

Tauro Sentado.



Pues eso, que animado por el ambiente de Cádiz, mi ternerito ha decidido sentarse a tapear.

El jueves, tras el susto, en la eco aparecía en cefálica y el lunes, en la eco del 3er trimestre de nalgas puras.

Al principio me pareció gracioso... pero durante esta semana se me ha ido quitando las ganas de reir.

Acecha la rajita uterina. Y aunque se que hay otras alternativas más seguras a ella, no se si me veo capaz yo. La ignorancia, el recuerdo del parto hospitalario de mi hija, su cabeza... Si a ello se suma la inexperiencia en este campo (inexperiencia como en Wallie, porque se deja de hacer... no por falta de documentación al respecto), no tengo la seguridad necesaria como para afrontarlo. No por mí, precisamente.

He hecho ejercicios, he escuchado el latido y parece que tu posición se ha modificado. Pero sigo teniendo cierta ansiedad.
No esperaba esto. Menos mal que mi matrona de parto en casa está ahí para cuando mi cabeza se vaya definitivamente a Raticuli.

No puede quedarse esto así, seguro que decides replantear tu postura - literalmente-, ambos nos merecemos nacer y renacer como deseamos...

Desde aquí, de barriga para afuera, te mando todo mi amor para que consigas encontrar el camino.

Y si decides, definitivamente, que las nalgas es lo primero que debe salir al exterior, lo aceptaré y pelearé para que, al menos, seas tú el que elijas el momento de hacerlo.


CLC.



jueves, 4 de abril de 2013

BEEEEEEEEEEEEEE



¿Conocéis esa sensación de impotencia que queda cuando tu interior te grita que lo estás haciendo mal, que eres una cobarde, que puedes poner en peligro a tu hijo, y aún así, sigues dejándote arrastrar hacia la oscuridad?

Cádiz, 28 de marzo de 2013, Hospital UNIVERSITARIO Puerta del Mar.

CLC muerta de miedo porque acaba de vivir una experiencia nueva. Un chorrito de líquido transparente e inodoro cae constante e irremediablemente por las piernas, bueno, ya en una compresa.

Y ahí está,  SOLA, en  monitores,  oyendo el galope de su hijo con unos gritos parturientos de fondo. Evadiéndose de ese goteo incesante tratando de dar fuerzas a esa nueva mamá.

“ayyyyy… no puedoooo, no puedo mááááás!” – Madre SOLA

“Claaaaro que puedes, y si no puedes, ya sabes, vas a cesárea”- Recién bautizada con su primera frase como MATROSAURIA.


CLC manda “lines” a su amado –cuyo aviso no desconecta para, palabras textuales del vengativo sudodicho, fastidiar al personal que no lo evita juntándonos en el mismo habitáculo- y se entera de que el futuro papá se encuentra en la sala de espera. 

Oh!  Sí que le faltan años a este hospital… -Pensamiento nada alentador para CLC, que subcontrata la tarea de buscar opiniones de ese hospital porque teme los resultados de la búsqueda…-

El latido vuelve a captar la atención de este corderito y se da cuenta, cual iluminación divina, de que su bebé está a otras cosas. La tripa está blandita y no se registra ni una contracción.


Una ensoñación me lleva a arrancarme las cintas y salir por la puerta que me separa de Man. Y ahora, me arrepiento de no seguir mis “sueños”…

Tras varias horas con pensamientos varios, CLC pasa a la consulta de la gine. Y ahí… CLC se baja las bragas y piensa  cómo decirlo…

-Perdone, ¿qué me va a hacer? – aún no se cómo me salió voz, ni cómo pudieron escucharla… Pero lo pregunto, ridículamente desnuda corriendo la estúpida cortinita blanca.

-Vamos a examinarte con el espéculo y a hacerte un tacto – mirada de total y absoluta perplejidad.

- ¿Y eso no es peligroso?   

- Eso es lo que hacemos aquí – ¿en Cádiz o en la Tierra? porque me mira como si me saliesen cuernos verdes de las orejas -¿A dónde quieres llegar? –mirada “acero azul”  

- Pues que si tengo fisura de bolsa y ustedes me urgan, aumenta el riesgo de infección…¿No hay otra forma de averiguarlo? Unas tiras…- esto creo que ni lo oyeron porque la gine comenzó a hablar profundamente herida por mis cuestiones-.

- Si se confirma la fisura – ¿tocándola?- lo primero que haremos será ponerte antibiótico porque no tienes trabajo de parto. Nosotras tenemos todo estéril.

A  partir de ahí, me metieron un espéculo estéril, unos dolorosos dedos con guantes  estériles y un ecógrafo vaginal estéril -se ocupaban de poner ese apellido cuando pedían los materiales-. Y descartaron fisura…y traté de descartarla yo también pues no podría con mi tormento…

Las pérdidas fueron disminuyendo a lo largo del día y quedaron reducidas a mi flujo habitual al día siguiente.
Y de ello solo me queda la sensación amarga y el triste recuerdo de que cuando la cosa se pone seria, CLC vuelve a ser un corderito.

Pero lo bueno que tiene una es que luego se desahoga, y no importa las veces que tropiece, porque al menos cuestiona. Y eso es algo que le es relativamente nuevo.
CLC, nació con Celia. Y pronto cumpliremos 3 años, aún nos queda mucho que aprender. Mucho que caer y mucho que levantarnos.  Lo más positivo de todo es que las consecuencias de estas equivocaciones son cada vez menores. Y que, a veces, me sorprendo siendo león.

CLC

martes, 26 de marzo de 2013

Pensando en voz alta... por si alguien quiere "escuchar"


Después de mucho googlear y poco encontrar, voy y hallo cuando dejo de buscar (rimo hasta con la guardia baja).

Un parto hospitalario sin complicaciones (hagamos, algunas que yo conozco y una servidora, un ejercicio de imaginación, vale?), cuesta 3.000 €.

Esto es, entre 1,5 y 1,6 partos en casa sin complicaciones con equipos de 1 a 3 matronas. Muy seguramente 3,3 partos en casa con equipos de 6 matronas -cálculo a ojo en caso de que se pudiese organizar un equipo de tal modo que quedasen cubiertas las guardias-.

Entendamos morbilidad como complicaciones -por no llamar enfermedades- derivadas del nacimiento o parto.

Entendamos también que, a mayor morbilidad, mayor coste por los cuidados que requiere el bebé/madre.

Por otro lado, cada vez somos más los que nos cuestionamos hasta nuestros apellidos. Sentirse libre de elegir entre un abanico de opciones, nos da la seguridad de que nuestros hilos son movidos por nosotros mismos. De que somos dueños de nuestra propias decisiones, de nuestra propia vida. Nos incita, además, a indagar e informarnos sobre esas opciones. En general, nos aboca a mejorar.
Negar que esta es una necesidad básica hoy en día para la mayoría de los mortales, es estúpido e irreal.

Poder elegir cómo quieres que sea tu parto y nacimiento de tu hijo. Elegir el lugar donde te sientes más segura y confiada. Elegir sin imposición alguna pero con toda la información. Quizás deje de ser una utopía en unos años. ¡Puede que Celia me considere una profeta y todo! Puede que algún día, dejen de mirar a otro lado.

¿Por qué podemos programar una cesárea a través de nuestro seguro médico y no contratar una asistencia de parto en casa? o... no sé... ¿dilatación con asistencia en casa y nacimiento en hospital? o ¿nacimiento en hospital y alta voluntaria antes de 24 horas con asistencia domiciliaria posterior?

Imaginad, una mujer sana, informada, segura de su cuerpo y de su fuerza, quiere parir en su casa.

Ahorra al sistema "molestias" y euros. Y cifras, si tenemos en cuenta ese "asuntillo" de la morbilidad.

Por tanto nuestro sistema sería más rico -menos gasto- y más valorado - menos índices de cosas malas-

Pero es que si aumentamos la satisfacción del usuario, no solo a nivel asistencial, sino devolviéndole el protagonismo de SU vida, el ego de este nuestro sistema, cada vez más privado,  alcanzaría el nirvana.


¿Y con toda esta información qué hacemos? Mirar para otro lado. Excusarse por estar  "a otras cosas".  Por seguir matando moscas a cañonazos.

O crear plataformas, asociaciones, movilizarnos desde abajo, hasta conseguir desestabilizar lo de arriba...

CLC


PD: Ojor! en todo caso hablo de embarazos de bajo riesgo y partos planificados. Por cierto, aquí dejo otro link para pensar.


martes, 19 de marzo de 2013

Por ellos...


Por él, veterano papá, soy quien soy.

Por su fuerza contagiosa. Por su torrente arrollador de emociones. Por su único miedo a no sentir.
Por ser madre león y padre cisne.

Por creer en mí más que yo misma.
Por darme alas.
Por ocuparse genéticamente de mi aspecto. De mi impulsividad. De mi facilidad en la toma de decisiones. De mi consiguiente relativización de las consecuencias.
Por su cercanía. Por mantener caliente mi lugar pese a la distancia.
Porque él, se ha ocupado de asegurarme que importo. Que existo. Que cuento. Desde que tengo uso de razón.





Y por ti, mi novato papá.
Porque me has hecho madre.
Porque he sido madre con doula. Por tu capacidad de recálculo. Porque mi exitosa lactancia también te la debo a ti. Porque mi dulce crianza, también te la debo a tí.
Porque te he copiado como madre.
Porque aún sigues enseñándome a ser madre.
Porque tu actitud hace que quiera repetir maternidad. Sin miedo.
Por creer en mi más que yo misma
Porque sigues nadando a mi lado. Porque sigue siendo fácil nadar juntos. Avanzamos pese a ir contracorriente.


Porque yo, no sería yo sin vosotros. Felicidades.

CLC