martes, 14 de mayo de 2013

7 de mayo de 2013: Vencer al dolor




En mi cabeza retumbaba con fuerza "Now we are free" de Gladiator. Sí, de película, pero menudo broche final. Y él, apareció entre mis piernas.



** Decidir tener a mi bebé en casa era una idea que barajaba, pero que no aseguré hasta que conocí a Juanjo, en un coloquio informal en un parque. Ese día acabó con una frase que gritaba en mi mente: Parirás a tu hijo con amor.
Hoy digo que he vivido una versión enriquecida con la incorporación de Amanda.
Hacen un perfecto equilibrio entre lo espiritual y lo racional. Ambas cosas en alternancia, las he visto necesarias durante el proceso de nacimiento de mi precioso niño Manuel.**



Tras una movidita semana anterior y fin de semana de locura que ha incluido papeleos laborales, preparación de fiesta de cumpleaños, fiesta en sí, comunión con 3 horas en coche de retorno debido al fin de semana motero de Jerez, mi cabeza fantaseaba con una maravillosa semana de descanso y sobes de ombligo casi permanentes.

El lunes seis comenzó de lujo con rico café tras dejar a Celia en el cole. Ahí comenté mis planes de descanso a la camarera del lugar del que somos habituales. Continué con un fabuloso masaje en las piernas. Un lujo para una embarazada de 39 semanas. Después recogida de mi primer parte de confirmación de baja y a casita, a cotillear Fb, a tumbarme y a rascarme la barriga. Justo cuando empezaba a aburrirme, llegó la hora de recoger a Celia.

A la tarde (7:30 o así), la meto en el baño y me da un golpe de tos. A la par que la tos, noto un golpe en los bajos y un líquido que sale inevitablemente a traición.
Se me pasó por la cabeza que se me había explotado la vejiga - claro, eso tiene más sentido que romper la bolsa en un embarazo a término...-, era una sensación parecida a la que tuve en Cádiz, pero el líquido era más abundante.
En mitad de mi estupor, llegó Manuel de trabajar y le digo que creo que he roto la bolsa o la vejiga... que bañara a Celia que yo me tenía que poner algo. Sigo alucinando con lo ocurrido porque me pongo a deambular por la casa ¿ya? ¿pero si no estoy de parto? Nacerá esta noche, ya mañana quizás...vaya, no se me ocurren operaciones aritméticas con el 7, el 5 y el 13 que cuadren...
Estoy perdida de líquido, es transparente y sigo dudando si es pis...me meto en la bañera desalojada por Celia y le digo a Manuel que mire como cae por si lo viese algo amarillo. Me dice que parece agua pura.

Pero yo no me lo podía creer. Hasta que una descomposición intestinal brutal se apoderó inmediatamente de mi ser. Bien, estaba de parto.
Llamo a mi madre para que vaya viniendo a casa.

Hago consulta por whatsapp a Juanjo y hablamos después por teléfono. Le dije que no tenía ni un amago de contracción y que mi bebé se movía estupendamente, eso sí, ya se estaba ocupando mi cuerpo de dejar limpitas las "vías". Quedamos en que le llamaría cuando el asunto se animase, aunque él ya me dijo que esta noche tendríamos "fiesta". Recibo después un mensaje de que con la bolsa rota no puedo meterme en la bañera, que mejor duchas... Y me quedo un poco chof...

Tras hacer unas fotos que tenía en la cabeza para editar un vídeo del nacimiento de mi segundo hijo, decidí poner en marcha las técnicas de relajación de hipnonacimiento y/o tratar de dormir. Le dejé mi móvil a Manuel para que fuese informando a mi media naranja maternal si lo veía oportuno.
Estuve durmiendo unas horas y a eso de las 10:00 de la noche me desperté con la idea de arroz integral para coger fuerzas, ya que estaba empezando a notar "movimiento". Mi madre había llegado.

Comí algo de arroz pero enseguida el parto me llevaba a recogerme y a centrarme en él.

Me tumbé en el sofá, con música relajante y una romántica luz y me puse a respirar las contracciones. Me dormía y despertaba, totalmente serena y semi consciente. Recuerdo el frío, estaba helada, temblaba. Tuvieron que poner un calefactor. Manuel me masajeaba, me abrazaba, me besaba. Me ayudó tanto estimulando mis endorfinas...
Celia ya no estaba, estaba durmiendo. 
Mi madre se asomaba cada poco para ver cómo iba la cosa. Pero poco después, a eso de las 12, apareció un dolor en la contracción que identifiqué como de "gases", era hacia la ingle derecha. Ese maldito dolor hacía muy dolorosa la contracción y me llevaba a adoptar posición de cuatro patas - mi posición estrella en este parto- o apoyada en la pelota recostada hacia el brazo del sofá sobre unos cojines. Tenía también dolor en la espalda que fue acentuándose a medida que avanzaba el parto, pero ese no me atormentaba del mismo modo.

Juanjo y Amanda llegaron y les describo la sensación. Y Juanjo me manda al baño a "peerme" -curioso el nivel de confianza que llegas a adquirir con las matronas, en todo momento les sentí parte del proceso-, pero nada...entraba con Manuel al que me agarraba cuando venían las contracciones mientras él me acariciaba.

Esa sensación de presión/tensión era muy dolorosa y no podía librarme de ella.

Amanda me dijo que cuando quisiese "mirábamos cómo estábamos" y decidí esperar un poco. Las contracciones se hacían más y más duras y quedaba un ligero reflejo de esa tensión entre ellas. Eso sí, aún eran muy espaciadas. Supe que aún nos faltaba mucho por eso mismo, pero la intensidad de las contracciones me hacía pensar en lo contrario. Con Celia fue muy diferente. Fue rápido también, pero mucho más llevadero porque no existía esa tensión tan dolorosa, al menos, no tan al principio.

El dolor fue a más. Recuerdo a mis matronas y mi marido tratando de relajarme, masajeándome la espalda que por aquel entonces también dolía bastante. Me venía de perlas tener esas sensaciones en otros lugares de mi cuerpo para distraer la atención. 
Pero no podía estarme quieta. El cuerpo me pedía movimiento. Y cuando venía la contracción, ¡cuerpo a tierra! y a cuatro patas, moviendo la pelvis encajaba aquel dolor mientras sucedía la contracción.
Entre contracciones movía la boca, bebía (bebí mucho) y durante ellas exhalaba: aaaaaaaaaaaaaaaaaaa, pero no era como en el parto de Celia... eso no me liberaba lo suficiente... tenía que buscar otras alternativas.

Decidí que Amanda me explorase y casi me da un patatús cuando me dice que solo estoy de 3 cm. No lo podía creer... ese dolor tan intenso debía tener alguna explicación. Y la encontró.
Mi útero paría, pero mi querido ternerito estaba a otras cosas... de hecho estaba arriba, con la cabeza torcida, hacia atrás y apoyado en mi lado derecho... Ese dolor era mi cuello del útero -cuando ella lo tocaba hacia su izquierda, experimentaba ese dolor de tensión-, pienso que se modificaba hacia ese lado durante las contracciones ya que mi niño ejercía presión en un sitio que, directamente, no era... Claro, eso es, por eso noté en aquella contracción que mi pierna derecha no respondía. Empecé a "cuadrar" sensaciones con la información que tenía.

Recuerdo pensar: ¡pero es que mis dos hijos comienzan siendo indisciplinados desde su nacimiento!
Cómo me sonaban esas palabras: La niña está alta, no baja, no está colocada...
No, no podía ser, otra vez no. Pero este pensamiento ocupó un lugar espacio-temporal muy bajo en mi mente, porque lo siguiente que recuerdo es: ¡no pujes que le haces daño! y acto seguido le pregunté a Juanjo: ¿Si empujo le haré daño?
Él, con su voz, sólo con eso me dio serenidad. Me dijo: Si tu cuerpo te pide empujar, empuja. ¿Por qué le ibas a hacer daño? Tu bebé esta bien. Muy bien.

Y así, sólo con esto, olvidé las similitudes. Puede que mis hijos no pongan fáciles sus nacimientos - más adelante trataré de analizar un porqué, que seguro que lo hay-, pero su madre sabe entenderles y saldrá de esta con su hijo en perfectas condiciones. Porque ahora NO TENÍA MIEDO. No había dudas. Amanda fue clara y tuve una explicación racional. Además dijo que mi cuello estaba muy blandito por lo que en cuanto mi niño se colocase, mi dilatación volaría. No desactivé mi radar neocortical, no lo pude evitar, pero puede que también necesitase que así fuese.

Agudicé mi oído interior e hice exactamente lo que el cuerpo me pedía hacer. Posturas raras, sí, pero "my body rules". Además escuchaba las posturas aconsejadas por Juanjo y puede que alguna vez las llevase acabo y todo -otra indisciplinada-.

Y así estuve, no sé cuanto tiempo. Tratando de que el dolor no pudiese conmigo. Que no me llevase hacia su lugar. Pero fue muy difícil.
Recuerdo decirle a Amanda que si esto no paraba en breve, no creía poder soportarlo. Ella me ponía con frecuencia el "oyecorazones" y me decía que mi bebé estaba bien. Entre líneas quise entender que si íbamos al hospital sería "por expreso deseo de la madre". Y no... no había llegado hasta aquí para eso... No. Mi hijo está bien. Y yo lo estaba haciendo bien. Y si no me había caído redonda ya, no lo haría porque podemos parir a nuestros hijos.

Juanjo volvió a explorarme poco después y ya íbamos por seis, pero interpreté - radar - cierta desilusión en su expresión... Manuel seguía arriba y con la misma posición de cabeza, seguro.
Pero daba igual, sentí que todos estábamos pariendo. No estaba sola.
Juanjo iluminándome desde "lejos" -físicamente-, Amanda comprendiéndome desde cerca. Mi madre y mi marido me daban ánimos y mostraban su confianza en mí. ¿Cómo pueden confiar tanto en mí?

Unos minutos después, Amanda, como recién bajada del cielo, sacó su rebozo y ambos lo utilizaron conmigo. Me lo pusieron detrás, en la pelvis y agitaron con fuerza. Me "pillaron" en el baño, lo que no sabía es que cuando saliese de allí lo haría con mi niño en brazos.
No fue necesaria una segunda vez. Lo noté, mi niño ya "me pesaba" y volvió otra contracción y sólo quedaba el reflejo de esa tensión de la contracción anterior.
Juanjo me sugirió que subiese la pierna derecha, que apoyé en el bidé y la cosa aún mejoró más -debería haber hecho más caso a este señor, parece que sabe-. Él debió percibir que ya no me dolía delante, sólo me quejaba de los riñones y creí escucharle: "algo ha cambiado".Tras dos contracciones en esta postura y viendo cómo salía un moco sangriento de mi vagina, lo siguiente que recuerdo es el abrazo de mi madre. Manuel no estaba, creí haber oido a Celia toser... estaría con ella.
- Duele mucho mamá-
- Lo sé, si pudiera llevarme ese dolor-

Y me acordé de la última vez que me dijo eso. Tendría alrededor de 16 años, cuando me ponían penicilina mensualmente desde los 11 años porque me destrocé el bazo por una caída. Y me llené de amor.

Poco duró ese romanticismo. Lo siguiente que recuerdo es que me tiré al suelo. A cuatro patas, pero con las rodillas muy abiertas. Ya no había dolor. Una fuerza incontrolable se había apoderado de mí. Sí, algo había cambiado... estaba pasando... mi hijo se abría camino. Mi cuerpo empujaba solo y noté como descendía. Cómo se abría mi cuerpo. Y no había dolor. Sólo fuerza. Imparable fuerza. Descontrolada. Emitía sonidos más propios del "aberroncho" . No me podía mover, sólo podía meterme en mí y salir a la vez y aplaudirme porque estaba pasando. Estaba agotada pero frenética. Mi hijo venía y yo era consciente de ese camino. Lo estábamos logrando.
Recuerdo que ¿Juanjo? ¿Amanda? ¿mi madre? dijo que ya venía -¡eso ya lo sabía yo!-, pero supongo que sería para que dejase pasar a mi pobre marido que estaba con cámara en ristre y niña despierta en brazos. Ante lo cual, yo completamente obcecada, exclamé que no podía pasar porque estaba mi pie - premio a la lógica -.
Juanjo entendió que ahí yo era más "animal" que "persona" y llenó la bañera y exclamó: ¡La bañera está lista para recibir al bebé!
¡Bien! Frase correcta y fácilmente comprensible para mí. Y me cambié a la velocidad del rayo - puede incluso que me teletransportase porque no recuerdo el trayecto-, liberando la puerta.
Dije que el agua estaba muy caliente y Juanjo me dijo que estaba perfecta para Manuel. Entonces me pareció bien. Una vez dentro miré la pared. Justo hacía 2 días que mis suegros habían enmarcado el puzzle que Celia se empeñó en que nos empapásemos destrozándolo una vez hecho por 2ª vez, pues no resistió a la mudanza, La Maternidad (G. Klimt)

Pensé "allá vamos hijo mío".
Y volví a tirarme al agua. Sintiendo la presencia de todos y de más. Fue extraño, pero sentí a mucha gente ahí conmigo. Luego pude comprobarlo con el whatsapp... Y eso me dio mucha energía.

Estaba agotada pero desprendía mucha mucha energía. Creo que incluso podía generar luz... eso era... ¡estaba dando luz!

Pujé mucho, brutalmente. Percibí el escozor y supe que ahí estaba. Pero no fue inmediato. El escozor iba y venía y cuando venía lo hacía... escociendo más. Pero era agradable. Quería reír. Lo hubiese hecho si la fuerza no me hubiese "acompañado" tanto, claro... Tocaba mi vagina tímidamente y supe que no cabía... y yo no estaba muy dispuesta a esperar a que lo hiciese. Y en mi cabeza, Now we are Free...
Y de un pujo TODO mi bebé salió. Amanda lo recondujo entre mis piernas y lo vi... en el agua... con el cordón a su izquierda... con los ojos abiertos. Y lo cogí. Con casi toda su vérmix. Suave. Caliente. Mirándome. Sereno.
Observé su primera respiración, con un pequeño llanto ahogado.
Mi mundo se paró.
No lo podía creer. Era mi bebé y nadie me lo iba a quitar porque estaba segura de que todo estaba bien.
Parí y sentí que parimos todos los que estábamos ahí. Nació Manuel y sentí que todos nacíamos. Nada me puede herir ya si yo no lo permito.
Me siento grande, fuerte y capaz.
Celia nos miraba y, aunque no quiso acercarse, la noté muy presente.

Vencí al dolor: físico y emocional. Manuel ha venido pisando fuerte, "contándonos" no sólo a mí, sino también a su hermana, cosas que sabíamos que podían existir pero que no delimitábamos.

Cuando lo saqué del agua recuerdo una gran ovación. Sí, esta es mi gente, ruidosos en todas las celebraciones... me sentí tremendamente orgullosa de todos y cada uno de los que allí estaban. Manuel, padre, irradiaba una felicidad que nunca había visto. No olvidaré aquella mirada llorosa.

Ellos fueron muy importantes. No me cansaré de repetirlo, porque, aunque yo hacía lo que mi cuerpo me pedía y a mi cabeza le daba la gana, a veces me venía abajo y, ellos, con una mirada, con una caricia o con un gesto involuntario, recargaban mi energía.

Y valoro tanto esto porque un día, hace tres, años me faltó.

Porque el rebozo sustituyó a una ventosa.

Porque aunque estaba pariendo, no era ninguna niña. He comprobado que era capaz de escuchar y asimilar las explicaciones oportunas acerca del estado de mi parto.

Porque no vi a mi hijo a través de una videocámara.

Porque cuando lo vi, lo vi hermoso, tranquilo sin miedo en sus ojos. Sin bultos deformando su cabeza.

Porque fue capaz de dormirse a los 5 minutos de comprobar que su mundo había cambiado, pero todo estaba bien. No necesitó 4 horas para conciliar su primer sueño.

Porque salí de la bañera aún unida a mi hijo por el cordón, recibiendo toda SU sangre, lo que le dio un color rosado al instante.

Porque alumbré su "despensa" en mi cama. En nuestra cama. Dispuesta a descansar en el mejor lugar del mundo tras todo aquello.

Lo valoro y lo he hecho gracias a tí, mi princesa. Gracias por hacer posible este hermoso nacimiento de tu hermano. Esto ha sido por y para tí también.

Poco después del nacimiento y para quitar hierro al asunto pues se me estaban poniendo muy sentimentales todos, comenté que me había roto el culo - queda elegante elevado a infinito en el vídeo-.

Volví a activar mi radar ya que vi asentimiento y previsión de lo que podía haber ocurrido por ahí abajo en las caras de las matronas.
Y así fue. Me lo rompí. Me desgarré hasta el ano. Sorprendentemente, mi episiotomía anterior no se desgarró.

Por suerte, el esfínter quedó intacto por su cara interior, con lo que nos libramos de una visita al hospital...Y con eso y el arte con la aguja de Amanda - previa anestesia local -, añadimos una cicatriz más a mis bajos. Eso sí, infinitamente menos molesta que la episiotomía, aunque esté en un sitio más incómodo, he de confesar que esta chica también sabe lo que hace...

No he perdido el control de mi uretra. Tampoco tengo hemorroides ni fisuras ni nada de lo que me encontré en el anterior parto, al menos de momento. Parece que sin pujos dirigidos, el cuerpo se recupera mejor...

Manuel pesó 3,600 Kg, midió 49 cm y circunferencia craneal 37 cm. Apgar 10/10/10. Nació a las 5:02 am.

Después del trabajo bien hecho y dado que mis niños habían decidido desconectar esa noche, brindamos con champán.

Y nuestros cuerpos se abandonaron a morfeo una horita o así.  Cada uno encontró su hueco. Como si fuese su casa. Como si todos fuesen mi familia...

Después, desayunamos chocolate con churros. Y mis matronas, mi nueva familia, se marcharon a descansar tras comprobar que todo estaba mejor que bien.

No sé cuando se durmió Celia, la eché de menos, pero ella sabe muy bien lo que necesita, y en ese momento ella necesitaba desconectar y procesar todo lo vivido.

Al día siguiente, lo primero que hizo fue venir a mi cama. Nos besó a Manuel y a mi. Fue la primera vez que se acercó a él. En el momento más privado que había. Solos Manuel, ella y yo.  Me abrazó fuerte y se fue a desayunar.

Poco después volvió a aparecer, con sus ojos llenos de amor por su hermano pequeño. Y yo, creyendo que mi corazón no podría soportar más ese amor y felicidad desbordante. Pero no, no explotó, porque aún me quedó algo más que escuchar:

- Mamá, te quiero por lo que has hecho esta noche.


Concluyo aquí mi entrada, porque he llegado al tope de lo expresable con palabras.

Gracias a mis hijos, grandes maestros, porque sin ellos no existirían estos sentimientos. No existiría vida.


CLC








28 comentarios:

  1. impresionantemente impresionante. He llorado y he decidido que todos y cada uno de los hijos que Dios me mandé, si puede ser y no se complica nacerán como tu pequeño Manuel.
    enhorabuena, eres una artista y tienes dos hijos para morir por ellos.
    un beso fuertísimo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿qué madre no moriría por sus hijos? ¡ya me lo dirás!
      Me alegro muchísimo de que te haya gustado.
      Realmente las palabras se me han quedado cortas, pero quien me conoce sabe lo que hay tras ellas.
      Un abrazo,

      CLC

      Eliminar
  2. Maravilloso, gracias por compartirlo. Enhorabuena por tus hijos, y por tu madre, qué bonita frase, y por tu valentía y tu fuerza... y por haber dado con Juanjo, una luz que también alumbró mi camino en el nacimiento de mis dos hijos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí! lo admito, todo se alineó...
      Un abrazo y gracias!

      Eliminar
  3. Aquí tu compañera de hipnonacimiento, María, tremendamente removida por vuestra historia. Eres increíble, Nahema. Cuánta luz en vuestro nacimiento! Es tan hermoso y me alegro tanto! Yo sigo a la espera, ya hablaremos! Un beso enorme, reina!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. te refieres a esa luz que llevas tú siempre encima? entonces vuestro nacimiento será, seguro, increíble también.
      Un besazo!!!

      Eliminar
  4. Es alucinante! Precioso parto, y tu forma de contarlo. De mayor, quiero ser como tú!! ;D
    Me impresiona que te acuerdes de tantos detalles!!

    Muchos besos para los 4,¡¡Qué gran familia!!

    Beatriz

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, me acuerdo de casi todo, creo que soy una incapaz para la desconexión. Me siento más segura conectada... no se...
      Lo que me ha costado ha sido ubicarlo todo cronológicamente.
      Un abrazo!

      Eliminar
  5. Ufff no tengo palabras..siempre que te leo acabo emocionada..pero esta vez ha sido la que más. Precioso el parto, envidiable en todos los sentidos. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  6. Lo releo, impresionante... Enhorabuena de nuevo por la vivencia, por ese niño tan precioso y por vuestro re-nacimiento. Mil besos, tu compi de embarazo que tanto aprende de ti y contigo, Lorena

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, te respondo y se que en estos momentos estás teniendo a tu pequeño.
      Todo lo que te tenga que decir ya te lo diré, pero el sentimiento es mutuo.
      Un beso enorme!

      Eliminar
  7. Estoy llorando a moco tendido. Cada vez reafirmo más mi pensamiento en el parto en casa, cuando tenga al siguiente que no sé cuándo será...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así empecé yo, con un sentimiento...
      Creo que TODA mujer debería vivir eso. No solo las heridas en partos anteriores, pero es cierto que este segundo grupo lo merece aún más.
      Un beso enorme

      Eliminar
  8. Enhorabuena, que parto tan precioso. Ahora estarás disfrutando de tu recién nacido, ¡qué envidia sana! Acabo de encontrarme con tu blog por casualidad y me he quedado enganchada leyendo post tras post. Muchas de tus experiencias me recuerdan mucho a las mías. El parto de mi primera hija, que en breve cumplirá tres años, fue muy parecido a tu parto de Manuel, recuerdo el agua super caliente, la sensación de los pujos, el sentir a mi madre y a mi marido tan cerca...en fin, me ha recordado mucho y me ha emocionado mucho leerlo. El parto de mi segunda hija tuvo que ser una cesarea porque venía de nalgas. Las experiencias, opuestas, claro, pero al final aquí estoy, loquita con mi bebé, que me la como y lo demás se me olvida. Espero que disfrutes muchísimo, seguiré leyéndote a ver qué tal os va. ¡Un beso fuerte!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias de todo corazón! una se siente agustito tan bien acompañada.
      El parto de mi primera hija no se complicó por que ella "no colaborase" como ha sido tu caso... Es cierto, se quieren igual y las cosas se olvidan, pero siempre que en tu mente no retumbe nada... y con mi hija ha retumbado durante mucho tiempo.
      Un abrazo enorme y me alegro mucho muchísimo de que hayas vivido algo así!

      Eliminar
  9. no puedo mas que llorar, que emocionarme, que tiritar entera, que increible, que maravilloso, que coraje...el sueño de todas las que tuvimos un primer parto dificil...bendiciones mil para uds...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. y ojalá se cumpla y te liberes de esa lacra!
      Persiguelo y verás como lo consigues.

      Un enorme abrazo

      Eliminar
  10. No tengo palabras para ti, siempre me dejas sin ellas...eres un ejemplo claro de lucha para mi, y sabes cuanto has cambiado mi vida. Esa noche miraba el móvil cada dos horas esperándote, sabía que así sería, jamás dude que podría ser de otra forma, lo que no imagine es que pudiera sentirlo de esta. y al ver a Manuel..... Lo supe.... Os quiero FAMILIA

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amiga! si supieses lo que me acordé de tí "durante"-al menos al principio-. Otra que confía en mí más que yo misma...
      Gracias por hacerlo.
      Un abrazo lleno de amor y esperanzas -y ya sabes por donde voy-

      Eliminar
  11. Bienvenido, Manuel!

    Como dice el cuento, aquí te dejo mi mejor sonrisa nueva para tu llegada.

    Para mamá no hay más palabras que: gracias por compartir algo tan bonito. La emoción no me deja decir mucho más...

    Mil besos, familia!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ohh el mejor de los regalos! una sonrisa!!

      Gracias, gracias, gracias. Por lo que dices y por lo que no. Gracias de verdad.

      Eliminar
  12. Te acabo de descubrir y con este post tan tierno me has atrapado para siempre. Nunca hubiera habido mejor momento para conocerte-os, reina.
    A partir de ahora aquí me tendrás, esperando que nos cuentes más cositas de tus peques. De momento, me voy a empapar de las entradas anteriores de tu blog.

    MUAAAAAAAAAAAAAAAAAC

    Es el mejor y más maravilloso relato de un parto en primera persona que jamás leí, ¡ ENHORABUENA , mami !

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gracias! tus palabras me llenan! gracias de verdad y bienvenida
      CLC

      Eliminar
  13. Hola Tesoro, acabo de leerte y me he quedado sin palabras. Ya sabes cómo me emociona tu forma de contar tu experiencia. Solo puedo decírte que me alegro infinito que cumplieras tu sueño, solo pensando en esos momentos que creíste perderte con Celia, pienso que te ha hecho sacar esa fuerza interior y valorar positivamente lo que es mejor, a pesar del riesgo que yo veía, y que sin embargo tú, tenías tan claro. Ay, mi niña es una mujer valiente!!
    Os quiero mucho.

    ResponderEliminar
  14. Wooow! Estoy con unos lagrimones...madre mia! Tuve la oportunidad de ver el video (pero con Tiaré, Manuel y Celia deambulando por ahí! Tus palabras me han emocionado, de verdad cuanta luz hubo en vuestro parto! Luz, amor, serenidad... gracias por compartir tu experiencia! Me encanta haberte conocido! Muuuas!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Encantada de la misma forma!
      Lo bueno de esta situación es que se vive diferente. Apurando porque no sabemos lo que durará. Tú me inspiras y alientas a que retome el blog. Tú me recuerdas que lo bello hay que escribirlo. Gracias por empujarme.
      Hasta pronto.

      Eliminar