sábado, 27 de noviembre de 2010

Fin de etapa. Misión cumplida.

Hace unos días mi marido y yo bromeábamos sobre un supuesto nuevo embarazo.

¿Cual sería mi FUR? ¿ 6 de julio de 2009?

Hoy tendría ya una más cercana: 26-11-10. Y no sé si sentirme triste o sentirme alegre.

Por un lado pienso que mi cuerpo sigue vivo y preparado ya para albergar una nueva vida. Místicamente, entiendo a mi hija ya preparada para compartirme. Esto me llena de ganas de repetir y afrontar, ya de una forma diferente, una nueva aventura maternal.

Por otro lado siento añoranza y tristeza por el fin de la etapa que ha marcado mi vida. Hace casi 17 meses que no descubro mi monótona periodicidad. Que mi chacra raíz se transformó y se dedicó a mi nuevo mundo.
A esto se añade el descubrir que la alimentación complementaria de Celia no ha sido tan complementaria. Ella, ha decidido crecer gastronómicamente. Y eso, el no ser su principal sustento alimenticio, es un trance que toca superar.

No obstante, Celia seguirá teniendo su cobijo, su somnífero, su calor, su consuelo y su desayuno en mamá durante todo el tiempo que desee. Tal y como lo ha hecho con su alimento. Creo que eso es lo principal. Que sea ella la que decida o no destetarse. Aunque confieso que visualizar ese día me da pavor.

Me quedaré con lo positivo de todo esto. Evax, ¡he vuelto! ;P

CLC

jueves, 25 de noviembre de 2010

DANIEL



Daniel es alegre, guapo, intolerante a la proteína de la leche, se mantiene de pie mucho tiempo, llora sólo si está malito.

Daniel tiene 7 meses y ha llenado de dicha y esperanza a una madre que, cosas de la vida, no podía pensar que un varón creciese fuerte y sano dentro de ella.

Daniel ha tomado prestado el nombre y apellido de papá, para que continúe el árbol de la vida.

Daniel tiene una hermana, que le cuida y adora. Que todo lo que hace, lo hace con el más puro amor.

Daniel nos ha enseñado valentía y coraje desde el minuto uno de su existencia.

Pero hoy me he enterado de que estas palabras se quedan cortas. Vaya revés. Y vaya capotazo, mi niño.

Gracias por demostrar, una vez más, que has venido a llenar la vida de tu familia.

¡Vaya susto para mamá!

Cuando me lo ha contado no he podido evitar emocionarme, ¡qué dolor tan grande pensar que tu bebé se te va! ¡qué alegría tan inmensa comprobar que todo ha salido bien!

Recuerdo una visita al pediatra. Iba porque Celia lloraba mucho por las noches -¿gases/cólicos?- y comentarle de pasada que tenía un "chichón" blandito. Yo pensé que podría tratarse de un hematoma tras el uso de la ventosa. La pediatra no pensó lo mismo y me envió de urgencia al hospital con "posible fractura craneal". En esos momento me desmoroné. Imposible retener las lágrimas.
Recuerdo como pensé que Dios había puesto a Sheyla en mi camino con el fin de acercarme a la educación especial.
Le decía camino al hospital: "No te va a faltar nada, no me importa llevarte en brazos hasta que mi cuerpo aguante, pero por favor, no me dejes."

Fue horrible, pero mi niña me miraba, me escuchaba, en definitiva, reaccionaba. Todo fue fruto de mi cabeza.

¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera hecho?
Qué profundo desazón ser consciente del adiós de un hijo. No lo puedo imaginar. Duele ya tratar de hacerlo.

Lo que sí puedo imaginar es la alegría de saberla fuera de peligro. Increible disparo de adrenalina, comparado sólo con verla nacer.

Hijos. Y pensar que antes carecía de esta dimensión de amor.

Daniel, bienvenido de nuevo. Isa, increíble. Me quito el sombrero.


CLC.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Esto marcha.

Hoy ha sido un día muy especial. No por la visita de mi padre, no por haber ido juntos con Celia a comer a un lugar muy íntimo y bonito. No por haber comido de lujo y bebido mejor. No por haber estado atendidos mejor que en casa.

Hoy ha sido un día que me ha enseñado algo. Esto marcha.

Hoy he alimentado a mi hija directamente del recipiente y no me he sentido observada. Diría, incluso, que me han mimado.
El maître ha evitado interrumpir en la mesa al percatarse de que cualquier movimiento era captado por Celia. Del mismo modo, ha informado a los demás camareros para dejarnos cierta intimidad.
Nadie se ha escandalizado ni me han llamado "al orden" y estoy hablando de un restaurante de 50 euros el cubierto como media. Todo ha sido perfecto. Mi reparo a dar teta a mi hija en un sitio como ese se ha disipado desde el primer segundo.

Puede que el hecho de que el maître fuera mujer tuviera algo que ver. Pero si esto es así, os aseguro que no será la última vez que vaya a ese lugar.

El lugar se llama Casa de Pias en Getafe.

Y, además de todo esto, su cocina es, simplemente, genial.


CLC