jueves, 25 de noviembre de 2010

DANIEL



Daniel es alegre, guapo, intolerante a la proteína de la leche, se mantiene de pie mucho tiempo, llora sólo si está malito.

Daniel tiene 7 meses y ha llenado de dicha y esperanza a una madre que, cosas de la vida, no podía pensar que un varón creciese fuerte y sano dentro de ella.

Daniel ha tomado prestado el nombre y apellido de papá, para que continúe el árbol de la vida.

Daniel tiene una hermana, que le cuida y adora. Que todo lo que hace, lo hace con el más puro amor.

Daniel nos ha enseñado valentía y coraje desde el minuto uno de su existencia.

Pero hoy me he enterado de que estas palabras se quedan cortas. Vaya revés. Y vaya capotazo, mi niño.

Gracias por demostrar, una vez más, que has venido a llenar la vida de tu familia.

¡Vaya susto para mamá!

Cuando me lo ha contado no he podido evitar emocionarme, ¡qué dolor tan grande pensar que tu bebé se te va! ¡qué alegría tan inmensa comprobar que todo ha salido bien!

Recuerdo una visita al pediatra. Iba porque Celia lloraba mucho por las noches -¿gases/cólicos?- y comentarle de pasada que tenía un "chichón" blandito. Yo pensé que podría tratarse de un hematoma tras el uso de la ventosa. La pediatra no pensó lo mismo y me envió de urgencia al hospital con "posible fractura craneal". En esos momento me desmoroné. Imposible retener las lágrimas.
Recuerdo como pensé que Dios había puesto a Sheyla en mi camino con el fin de acercarme a la educación especial.
Le decía camino al hospital: "No te va a faltar nada, no me importa llevarte en brazos hasta que mi cuerpo aguante, pero por favor, no me dejes."

Fue horrible, pero mi niña me miraba, me escuchaba, en definitiva, reaccionaba. Todo fue fruto de mi cabeza.

¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera hecho?
Qué profundo desazón ser consciente del adiós de un hijo. No lo puedo imaginar. Duele ya tratar de hacerlo.

Lo que sí puedo imaginar es la alegría de saberla fuera de peligro. Increible disparo de adrenalina, comparado sólo con verla nacer.

Hijos. Y pensar que antes carecía de esta dimensión de amor.

Daniel, bienvenido de nuevo. Isa, increíble. Me quito el sombrero.


CLC.

2 comentarios:

  1. Una vez más me has hecho llorar. ¡Qué suerte tenemos! Hay que dar las gracias. Un besazo, madraza!

    ResponderEliminar
  2. Telita lo que hay soportar...todo ello se supera con una sonrisa para toda la vida...la de nuestros pequeños.

    ResponderEliminar