La habitación de las emociones.
En esa misma habitación, donde un día lloré de felicidad mientras te amamantaba, he vuelto a llorar, mientras te amamantaba.
La diferencia no fue solo 13 meses. El motivo no era tenerte en mis brazos. Era la sombra que planeaba en mi cabeza, el dejar de hacerlo.
Miedo, incertidumbre, inseguridad, odio. Emociones nada cristianas -y nada controlables, como buenas emociones-.
Petequias, fiebre, decaimiento, falta de apetito, analítica alterada... buen cóctel para un ingreso inmediato. Suerte que solo ha durado 2 días.
Lo malo, la próxima semana volveremos a hacerte análisis de sangre para convencernos a todos de que tú estás bien. Y necesito que me convenzas. Por favor, aplícate en esto vale?
Si hubiese sido algo malo malo no te hubiesen dado el alta, ¿verdad?
Las petequias por el cuerpo han disminuido, incluso, han ido desapareciendo. Pero en la cara han aparecido nuevas. No quiero observarte tanto, creo que tengo yo más problema que tú. Pero no lo puedo evitar.
Tu padre y yo, como buenos primerizos, hemos acumulado tanta tensión que ha derivado en conjuntivitis por mi parte y gastroenteritis por la suya.
Hija, ¡qué cuadro de familia! ¿sigues pensando que has elegido bien?
CLC
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