jueves, 9 de junio de 2011

Mal día.


Empeñada en fastidiarle todas las comidas. Empeñada en romper su matrimonio. Empeñada en sacar de quicio a su madre.

Y ella, duda si es buena idea dejarle en su diario estos sentimientos negativos que le afloran.

En la cola del supermercado, en el parque, tomando un café. En cualquier situación cotidiana en la que un mínimo de dos madres se reúnen, es habitual hablar de estos momentos. Lo que jamás ha visto, ha sido una manifestación por escrito culpando a una hija de un supuesto fracaso matrimonial. Supongo que eso no es habitual, simplemente, porque esos pensamientos suelen evaporarse en minutos. Pero existen. Pese a que sean consecuencia de un instante de máximo estrés. Existen. Y acaba de aprender que eso también forma parte de su maternidad.

El problema son sus propios prejuicios.

Ella se jacta de llevar a cabo una crianza respetuosa y con apego. Laura Gutman, Rosa Jové, Carlos González, Rebeca Wild. Todo parece tan fácil. Lo difícil parece encabronarse. Pero se desquicia, inevitablemente.
Piensa que, a lo mejor, ella tiene una supernany conductista guardada en su interior y por eso se permite pensar en su hija como si de una tirana se tratara.
Además, sólo es un bebé, sólo uno. ¿Qué hará con dos? Piensa que la energía que ha empleado en su primera hija jamás será igual que la que pueda emplear en el segundo bebé. Y esa energía se queda tan escasa a veces.

Y luego llega el momento "tenían razón". Mis cuatro jinetes del génesis tenían razón.
Ella no entiende que las 6 de la tarde no es hora de comer. Ella quiere merendar, teta y dormir un ratito, acurrucadita a mamá. Y cómo debe dolerle cuando después de haber estado tanto tiempo separadas, mamá prefiere estar sentada en una silla, sin ella encima.

Sólo era sueño. Diez minutos de teta y se durmió. Y mientras se abandona a Morfeo, su madre se abandona a ella. Acaricia su pelo y recuerda lo que jamás olvidó.
Pero hay otros recuerdos más inmediatos, menos bonitos y que permanecen, por suerte, durante menos tiempo. Y esos recuerdos, que pronto borramos, derivan en culpabilidad. Algo más duradera, pero más enmendable.


CLC

5 comentarios:

  1. Si siguiesemos tomando teta hasta los 50 años, no habría este malfollismo por el mundo, los políticos no engañarian, los malos no robarían ni matarian y estaríamos todos mucho mas contentos.
    ¡Tome su ración de teta diaria!

    ResponderEliminar
  2. Creo que llevas razón, pero los momentos malos se borran a la primera sonrisa

    MJS

    ResponderEliminar
  3. jajaja muy bueno Anónimo.
    ¿A dónde vas? Manzanas traigo.
    ;P

    ResponderEliminar
  4. Bueno es que lo que Rosa, Carlos, Laura, etc no nos dicen es que hay cólicos que la teta no calma, noches duras aún con colecho, y ratos que ni ellos saben lo que quieren y a nosotras nos ponen locas. No lo podrías hacer mejor, que no te quede duda, pero aún así todas tenemos momentos malos en los que se nos pasa de todo por la mente.
    Irene.

    ResponderEliminar
  5. Muy enriquecedor tu comentario.
    Muchas gracias, Irene.

    Un besangarramacaco
    CLC

    ResponderEliminar