lunes, 3 de junio de 2013

SPF


Oh! Nadie me habló de esto, pero he caído.

Me ha pillado a traición y gracias a ello voy haciendo el ridículo. Lo peor es que, gracias a ello, mi ridículo me da igual. 
O, mayoritariamente igual, porque soy capaz de verlo, de entenderlo y aún así no salir de ese estado.

Y este SPF no se conforma con hacer creer a mi psique que quepo en una 38. No, no se conforma con que la compre y exhiba mi lozanía. No se conforma con el "habla lucho que no te escucho" que le respondo a mi cuerpo cuando dice que es abarcado por completo por varias tallas más. Mi visa sólo compra cosas que me sirven: en sueños - o en el imaginario mundo del que parece no salir mi cabeza-.

Tampoco se conforma con mi permanente sonrisa, que parece que lleve un dildo a todas horas. 

Ni tampoco lo hace cuando no dejo de hablar de lo maravillosos que son mis hijos. Del rol que ha adoptado Celia o de lo bien que duermo gracias al karma de Manuel. No, aunque vea que están a otras cosas, yo sigo hablando de ello.

No tiene piedad en mi falta de vergüenza cuando he comentado con Amanda que me apetece mucho "maritar", que ya tengo sueños "de esos" y ella me retiene hasta que termine mi cuarentena.

No hay piedad. Con la que está cayendo y yo cada vez tengo más ganas de mandar al garete a mi jefe y aprovechar para hacer mis sueños realidad.

Pero lo que peor llevo es la pena por mis iguales. No me gustaría ser alguien que no sabe que es objetivo de mi condescendencia. La verdad es que no me creo más que nadie, pero sí siento que tengo más que mucha gente. Y de ahí, la pena. De las mujeres que no tienen, ni tratan de tener - summun de la pena-.
Me encuentro con que yo soy valiente, que soy firme, o incluso afortunada por haber tenido un buen parto en casa. 
Me encuentro con un yo no podría, yo no sabría... o algo peor... un parto sin "yo", un parto con un   "me". 
Y muero de la pena.

Esas mujeres de las que hablo me saturan el correo con cadenas de esas que hablan de todo lo que es capaz de hacer una mujer y/o una madre. Vale, todo ello en detrimento de lo que haría un hombre. Pero a mí me interesa la otra parte del Power Point. Esa parte que habla de lo capaces que somos. Incluso me incomodo cuando hablan de los asuntos relacionados con las tareas del hogar... yo ahí tengo mis limitaciones... 
Esas mujeres que pueden hacer varias cosas a la vez, rozando la imperfecta perfección, que tiran del carro siempre y lo hacen con amor y cariño. Que abarcan hasta lo más superfluo. 
Esas mujeres, se declaran total y completamente incapaces de dar a luz de la forma que diseñó la naturaleza para nosotros. 
Es, no sé, como si dejásemos nuestras relaciones sexuales en manos de terceros.  ¡Noooo eso no! las terceras personas rompen las parejas... las díadas... el amor... nuestro motor... nuestra fuerza.
Hay mujeres que son capaces de tener dos trabajos y una familia, pero se mueren de miedo u horror si se plantearan un parto natural. ¿Y la valiente soy yo?
¿Por qué hemos olvidado nuestra naturaleza? ¿En qué momento dejamos de asumirla? Da la sensación de que hemos sido lobotomizadas y reprogramadas con películas de terror con niños muertos y úteros que estallan.
¿A quién asusta el poder de una mujer consciente de ello?
De qué me vale tener ese poder desde mi nacimiento si no puedo -o quiero, que es peor- asomarme a verlo. 
Eso me da mucha pena porque siento que se pierden algo muy muy grande. Muy, muy, intenso que puede cambiar el rumbo de sus vidas.

Es una de las cosas que quería mostrarle a Celia con el nacimiento de su hermano: la fuerza de una mujer. Su poder. El verdadero. El primero. El de la supervivencia. Sin drogas ni oxitoccicos, sin manipulaciones.
Y cuando vives eso. Esa fuerza, hay algo que muere en ti y algo que nace.

De repente te descubres en el cristal de un escaparate -¿buscando una 38?- , siendo portadora de esa sonrisa... sonrisa de saber algo que poca gente sabe...
Y como estás tan subidita, te permites el lujo de contagiarla. Y lo logras. Y te subes más. Aumenta tu felicidad y la certeza de que ese poder existe y es bueno. Y necesita ser recordado.

El instinto se agudiza y rechaza automáticamente lo negativo. De ahí mi "ya nada me hace daño". Modo optimización de energía ON 24 h. Lo que retroalimenta la positividad y ganas de saborear mi mundo.

Pero luego miro a mi alrededor y me entristece ver las pocas mujeres con las que puedo contar para  compartirlo. En el mejor de los casos lo puedo predicar. Pero en general me encuentro así: Loca con SPF sola y sin posibilidad de medicación. 

No debiera abrirse ventanas que no se pueden cerrar después. Deberían prohibirlo. Aunque, puede que así sí sea atractivo y seamos más las mujeres con este maldito Síndrome de Parto Feliz.

La cosa se complica cuando cada mañana me encuentro con estos ojos, ¿cómo no voy a tener el pavo subido? Maldito SPF.

Es cierto que muchas mujeres confesarán haber tenido un parto feliz, pero pocas confesarán haber padecido este extraño síndrome.

CLC.


PD: Mi madre también ha sido contagiada, entre otras... 


3 comentarios:

  1. Me alegro mucho de tu spf. Te lo mereces.
    Creo que es lo que dices, nos han lavado el cerebro a lo largo de muchos años diciendonos que no podemos solas, que duele mucho, que necesitamos médicos, instrumentos y mil cosas más. Todo mentira, pero costará volver a lo natural.

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    1. El problema creo que es el miedo al dolor. No somos capaces de interpretar el dolor como algo circunstancial e incluso necesario, independientemente que haya quien no lo haya sentido - que para mí es como las meigas-.

      Lo más complicado para la mujer es eso, afrontar ese dolor como algo positivo que acerca a lo que más quieres.

      Un abrazo lechoso,

      CLC

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  2. qué genial!!! esta es la actitud,la parte del relato que no se cuenta!! gracias por compartír tu hermoso síndrome...ojalá ya no se tan raro!!!

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