lunes, 18 de octubre de 2010

Tres historias cómicas de semicolecho y una de lactancia al aire

Puede que si el colecho hubiese sido desde el principio hasta el final de la noche, estas historias no tuvieran lugar. Pero Celia ocupa mucho espacio, se mueve mucho -desde bien pequeña- y me hace las noches bastante incómodas.

Comenzamos a dormir los 3 juntos porque tanto para los cólicos como para la teta es infinítamente más cómodo. Pero cuando los cólicos cesaban y/o al ratito de mamar se dormía, a veces la pasaba a su cuna. El problema ha venido con ese "a veces". A esto le añadimos cansancio y estado casi comatoso cuando nos despertamos por la noche. En mi caso, esto es exageradíiisimo.

  • Situación número uno:

Como de costumbre, estoy durmiendo con una pierna enrollada en la sábana. Me muevo y noto una ligera resistencia. Tiro más y la resistencia aumenta progresivamente hasta que de repente mi marido exclama: ¡La niña, la niña!
Asustadísima, enciendo la luz y compruebo que Celia duerme plácidamente en su cuna. Miro a Manuel y veo cómo, con una ternura de revista, protegía un gran ovillo de sábana. Tiro de la sábana y él agarra el ovillo con más fuerza... seguía con los ojos cerrados. Ante esa escena, fue inevitable espetar la carcajada más grande que recuerdo desde que tuve a Celia.

  • Situación número dos:

Celia es tan silenciosa durmiendo, que tengo que acariciarla para comprobar que todo está bien. Una día, una de esas caricias nocturnas tuvo como destinatario a su señor padre. Él, animado con la situación, procedió devolverme tal muestra de cariño. Blanco como la leche se quedó cuando de un salto me levanté de la cama, como una loca, gritando: ¿qué haces? ¡¡¡¡has aplastado a la niña!!!!
Se arropa y me da la espalda refunfuñando: Celia está tranquilita con sus tres dimensiones en la cuna.

  • Situación número tres:

Ya está empezando a refrescar y, en alguna noche más fría, he tenido que encender la calefacción del dormitorio. El problema es que a mitad de la noche el calor se hace insoportable. Tengo miedo de que la niña sude y la destapemos accidentalmente, pudiendo provocar algún resfriado innecesario. Nuevamente, la oscuridad juega con mi corazoncito haciéndome creer que toco a mi hija.
- Manuel.
- ¿Qué?
- La niña está sudando.
- Creo que lo que estás tocando es mi cara.
- Uhhmmmm, pásame el número de tu esteticista, tienes el cutis increiblemente suave.
- Es que me he afeitado...


En cuanto a la lactancia al aire, lo incluyo en esta entrada porque tiene que ver con el sueño profundo del que apenas salimos -ejem, salgo- en los continuos despertares nocturnos que llevamos "padeciendo" desde hace cinco meses y medio.
Tras estas líneas dedicadas a excusarme, paso a comentar a qué me refiero.

He llamado lactancia al aire a esa tetada que, por un lado mi hija se imagina y, por otro, yo siento, pero ninguna de las dos estamos en contacto.
Sí, esta es la imagen que un día descubrí. Mi teta goteando y, a treinta centímetros, mi hija, de lado, moviendo la boca como un pez. Tragando incluso. Creyendo que mama. Y yo, creyendo que alimento.


CLC.

4 comentarios:

  1. ayy la leche....!!!
    me siento super identificada con tu post!!!!
    será que la lactancia materna "crea" situaciones similares???
    mira, cantidad de noches (sobre todo los primeros meses) see movía mi marido en la cama y yo "me abalanzaba" sobre su brazo exclamando " la niña, por favor, que se me cae!!" "la niña, la niña" .... ponía tal pasión y empeño que mi marido el pobre ya me seguía la corriente y me calmaba con un " no te preocupes que no se te ha caído..." ;)
    TODO VIENE DE MI preocupación de quedarme dormida dando el pecho en el sofá y que se me caiga la nena de los brazos...(tal es el sopor que me entra...que mi marido dice que entramos las 2 en trance...)
    BESOS WAPETONA!!
    ME ENCANTA LEERTE!!!
    OLIVIA

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  2. Me estoy partiendo de risa, eres una madre genial. Irene

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  3. jajajaja,que lindas son las historias reales!!!

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