sábado, 10 de diciembre de 2011

Deseos


"Ojalá enferme y me tengan que ingresar para librarme de vosotros unos días"

Así me he sorprendido pensando. Menos mal que no lo he soltado. Es muy fuerte. No, nuncá expondré tales deseos. Son malos. Caca.

Es que si es verdad eso de "Dios los cría y ellos se juntan", vaya mala uva gasta el tío dotando a mi fifty con tanta proporción de genes infantiles y a servidora con tan poca proporcion de genes de la paciencia.

Hoy pelu. Los tres. Lo hago para que así nos repartamos un poquito a Celia. Él acabaría antes y podría darle de comer y dormirla mientras yo terminaba -cosa de tintes-. Pero no. La escena ha sido bien diferente. Yo con la niña encima mientras trataba de quitarle los pelos que de mi cabeza volaban con agitado frenesí, tratando de no moverme mucho para evitar trasquilones. Él... balanceaba un globo... delante de ella, eso sí.
Pero claro, aquí desperté. Desde que entramos la niña ha estado conmigo encima mío. Mientras le cortaban el pelo, mientras elegía el tinte, mientras me teñían. Se duerme. Me levanto por el carro para acostarla -aquí observo que él ya había acabado- y la tumbo a mi lado. Voy al lavacabezas y le aviso. Durante la mascarilla los veo venir a los dos. Se acabó el descanso. Yo, en esa posición tan cómoda. Ellos de pie enfrente mío. Dos minutos después, Celia volvía a mis piernas. Y terminamos la sesión de belleza con la escena arriba comentada.
Bueno, de la comida, mejor ni hablo. Digamos, que mi sábado de pelu y compras ha terminado conmigo yendo a patita a casa y pensando semejantes lindezas.

Para reyes pediré paciencia, sin duda la necesito, pero para ellos pediré AUTONOMÍA, la necesito aún más.

Posiblemente, hubiéseis pensado por el título que iba a ser el típico post navideño.

CLC.

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